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jueves, 14 de febrero de 2013

Margarita hace politiquería con la tarjeta Solidaridad (reportaje de La Lupa)

Maragarita Cedeño, en campaña electoral.Acento.com.do/Archivo
Desconocida en el ámbito político partidista antes de 2004, en ocho años, Cedeño de Fernández labró un estrellato desde su despacho, apoyada en una amplia estrategia publicitaria, respaldada por el manejo presupuestario de más de 4,000 millones de pesos


Edwin Ruiz/La Lupa sin Trabas/http://www.lalupa.com.do
SANTO DOMINGO, República Dominicana.-Los subsidios entregados a través de la Tarjeta Solidaridad llegaron a 900,618 personas al finalizar 2012.

El impacto de sus diversos programas sociales tiene un efecto multiplicador, y un manejo político del programa podría generar un amplio efecto clientelista a favor de la persona que lo maneje y de su partido político.

Tarjeta Solidaridad: Los pobres a merced de “Mamá”

Desde del 16 de agosto pasado resulta frecuente ver a “Mamá” rodeada de beneficiarias de la Tarjeta Solidaridad que, sonrientes, expresan una aparente felicidad al obtener de la mano maternal el plástico que les permitirá cobrar los subsidios sociales focalizados, que por derecho a una justa protección, deben recibir del Estado.

Margarita Cedeño de Fernández utilizó el lema “Llegó Mamá”, cuando desde su sobredimensionado Despacho de la Primera Dama acarició la idea de suceder a su esposo, Leonel Fernández en la Presidencia de la República, y lo mantuvo después de los movimientos internos del oficialista Partido de la Liberación Dominicana (PLD) que la llevaron a “declinar” sus aspiraciones, aunque siguió en las batallas políticas que la condujeron a la vicepresidencia.


“En el sector donde yo trabajo (en Santa Lucía), a la gente le decían en los días de campaña: ´Ustedes saben que si no votan por fulanito de tal, van a perder la tarjeta´. Eso es una amenaza, es un chantaje"

Desconocida en el ámbito político partidista antes de 2004, en ocho años, Cedeño de Fernández labró un estrellato desde su despacho, apoyada en una amplia estrategia publicitaria, respaldada por el manejo presupuestario de más de 4,000 millones de pesos que destinó a sus particulares programas sociales, como Progresando.

A partir del 16 de agosto del año pasado asume la Vicepresidencia, un puesto que incluye la responsabilidad de coordinar el Gabinete de Políticas Sociales del Gobierno por mandato del decreto número 1082-04, emitido el 3 de septiembre de 2004 por el entonces presidente Fernández.

El citado decreto tiene como objeto integrar diversos gabinetes para “garantizar e incrementar mayores niveles de coordinación gubernamental y el adecuado funcionamiento de las instituciones públicas que corresponden al ámbito del Poder Ejecutivo”.

Sin embargo, saltando el rol burocrático de sus funciones como nueva coordinadora del Gabinete de Políticas Sociales y rompiendo con el tradicional bajo perfil de los y las vicepresidentes del país, el 5 de septiembre de 2012, Cedeño de Fernández sale en caravana con funcionarios y representantes de la prensa a visitar los colmados proveedores de mercancías a los portadores de de la Tarjeta Solidaridad. Habían trascurrido menos de tres semanas desde su toma de posesión como vicepresidenta.

Un día antes, la Vicepresidenta comentó en su cuenta de Twitter: “Me siento como gaviota enjaulada”. “Mañana martes voy para la calle a abrazar (a) la gente de mi pueblo”.

Desde entonces, no ha parado de abrazar. Ha participado de forma protagónica en la entrega de tarjetas Solidaridad en sectores populares de la capital, como Villa Duarte y Villa Juana, y en ciudades como San Cristóbal y Santiago, rodeada de multitudes que además del abrazo esperan recibir el subsidio de la mano de “Mamá”.

Al parecer, su predecesor en el manejo de las políticas sociales, Rafael Alburquerque, mantuvo ciertos niveles de formalidad en el manejo de los programas de asistencia, al contrario de Cedeño de Fernández, que el pasado diciembre encabezó cenas navideñas en El Seibo y Santiago, donde, como lo haría una mamá con sus hijos, utilizó el cucharón para servir personalmente la comida.

Este protagonismo personal de la Vicepresidenta contrasta además con el formalismo institucional que reflejó la entrega de canastas navideñas a 800 mil familias, que para finales del pasado diciembre dispuso el presidente Danilo Medina.

La entrega de cajas con productos navideños se realizó a través del Plan Social de la Presidencia, en coordinación con las gobernaciones provinciales y sin propaganda política impresa, a diferencia de lo que llegó a suceder en las gestiones de Fernández. El nuevo presidente no participó en los actos de entrega, lo que mandó un mensaje de que esos programas de asistencia a los más desposeídos no deben ser utilizados para sacar provecho político.

“Uno de los peligros que tiene la asistencia social es la posibilidad de utilización como instrumento clientelar, y eso es susceptible de dar beneficios políticos”, destaca Rafael Toribio, director general del Centro de Gobernabilidad y Gerencia Social del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC).

A través de la Tarjeta Solidaridad se entregan los subsidios Comer es Primero (667,973 personas beneficiarias), Incentivo a la Asistencia Escolar (289,192), Suplemento Alimenticio para los Envejecientes (89,622), Suplemento de Medicamentos a los Envejecientes (50,672), Incentivo a la Educación Superior (28,898), Bonogás Hogar (818,629), Bonogás Chofer (19,288), Incentivo a la Policía Preventiva (25,115) y Bonoluz (521,265). Como muchos de estos beneficiarios reciben más de un subsidio, el total de personas incluidas sumó 900,618 al finalizar 2012, según la Administradora de Subsidio Sociales (ADSS).

Si cada beneficiario representa una familia, cuyo promedio en el país ronda los cuatro miembros, entonces el impacto de estos programas, de forma directa e indirecta abarca a unas 3.6 millones de personas, a través de los hogares.

Los beneficiarios directos representan alrededor del 9% de la población, mientras que si a estos se le suman los indirectos (el resto de los miembros del hogar) este porcentaje se eleva al 36%, lo que significa que “una cantidad apreciable de la población recibe de alguna manera ayuda del Gobierno”, resalta Toribio.


Este protagonismo personal de la Vicepresidenta contrasta además con el formalismo institucional que reflejó la entrega de canastas navideñas a 800 mil familias, que para finales del pasado diciembre dispuso el presidente Danilo Medina

Comparado con el padrón electoral utilizado en las elecciones presidenciales de 2012, que incluye a 6, 367, 600 votantes, los beneficiarios directos (todos con derecho al voto) representan el 14% de los electores.

A esto se le suma otro segmento de la población susceptible de ser manipulada con fines políticos en República Dominicana, un país donde reina el clientelismo electoral: los empleados públicos activos, que según la Contraloría General, suman 483,171, equivalente al 8% del padrón.

Por eso, Toribio advierte que la manipulación política, burda o sutil, del programa Progresando con Solidaridad “puede transformarse en un caudal electoral importante”.

Está pautado en el Programa de Gobierno de Danilo Medina que la cantidad de beneficiarios aumente significativamente, con la meta de incluir 200,000 nuevas familias en el Programa Solidaridad durante su gestión.

En 2012, en el rebautizado programa “Progresando con Solidaridad” el Gobierno invirtió RD$10,113,072,365.

La ayuda del Gobierno a los estratos sociales más humildes parece manipulada con fines político-partidistas, por lo menos parcialmente. Así lo refleja la encuesta Penn Schoen & Berland de febrero de 2012. Un 19% de los consultados respondió “sí” a la pregunta: “¿Recibe usted ayuda del Gobierno a través de la Tarjeta Solidaridad”. Y a los que dieron esa repuesta, se les preguntó adicionalmente: “Para conseguir esa ayuda, ¿usted tuvo que mostrar que era peledeísta”. Aunque un 80% dijo “no”, un 9% aseguró que “sí”, mientras 10% no supo o no respondió.

En el contexto actual, la modalidad implementada por la Vicepresidenta es calificada por Toribio como “una forma descarada de clientelismo”. Y en contraste, menciona el procedimiento establecido por el presidente Danilo Medina para la entrega de las cajas navideñas. “Mira la diferencia: no prohibió la repartidera de cajas de comidas. No tenían la efigie del ‘Presidente’. Fue a través del Programa Social de la Presidencia. A través de los gobernadores de cada provincia. Él no repartió ni siquiera una caja simbólica. No utilizó eso como instrumento proselitista”.

En términos similares se expresa el economista Pável Isa Contreras, para quien el protagonismo de un funcionario en el manejo de un programa de asistencia representa “un claro afán de generar una lealtad política, demasiado grotesco y evidente, utilizando los recursos del Estado”.

Un programa similar a Progresando con Solidaridad es el brasileño Bolsa de Familia, coordinado por el Ministerio de Previsión Social de esa nación, que abarca a más de 11 millones de beneficiarios, principalmente amas de casas, y considerado como una de las mejores prácticas en el mundo para combatir la pobreza mediante la creación de capacidades.

Pero se diferencia de Progresando con Solidaridad en que su implementación práctica se realiza de forma descentralizada, su gestión es compartida entre el Gobierno federal, los estados y los municipios. De este modo, el presidente o el vicepresidente de la nación no pueden obtener provecho político directo de su ejecución.

Esperanza. El pastor Pablo Ureña Rodríguez ha sembrado su destino en la empobrecida comunidad Santa Lucía, en Santiago, donde desarrolla su acción pastoral. La Lupa Sin Trabas lo contacta en otra humilde comunidad, el sector Bella Urbe, adonde se trasladó para reconstruir, con la ayuda de vecinos, la casa a una familia que a la suerte de Dios malvivía a la intemperie.

“A esa familia se le derrumbó la casa, y vivía en condiciones indescriptibles”, explica. “Dormían en el suelo, en el lodo, encima de la basura”. Los vecinos que trabajaban, de forma voluntaria y sin cobrar en la reconstrucción de la vivienda, hacen turno para explicarle al reportero las calamidades que han pasado tratando de conseguir sin éxito una Tarjeta Solidaridad, con la esperanza de que si su testimonio se divulga, tal vez puedan obtenerla.

Al concluir los testimonios de los vecinos, el pastor Ureña Rodríguez expone: “En el sector donde yo trabajo (en Santa Lucía), a la gente le decían en los días de campaña: ´Ustedes saben que si no votan por fulanito de tal, van a perder la tarjeta´. Eso es una amenaza, es un chantaje. Lo decía el coordinador de lo que estaban repartiendo eso. Es un asunto clientelar, aberrante, eso es político, no sirve”, añade.

Desde octubre de 2012, La Lupa Sin Trabas ha solicitado una entrevista a la vicepresidenta de la República, pero no ha tenido respuesta. Esa solicitud fue reiterada en enero. También fue dirigida a Ramón González Paulino, director de la Administradora de Subsidios Sociales. En el programa se informó que la solicitud debía hacerse a través de la Vicepresidencia, pero tampoco hubo respuesta.

Esta revista preguntó a Fernando Reyes, director del Programa Solidaridad hasta el 16 de agosto de 2012, si el anterior vicepresidente Rafael Alburquerque entregaba directamente las tarjetas a los beneficiarios en encuentros multitudinarios. “Eso nunca, porque eso no formaba parte de las reglas operativas del programa”, responde sin vacilar.

Aclara que a veces Alburquerque estaba presente para supervisar la entrega, pero que eran representantes de la banca quienes entregaban el plástico. En esas ocasiones, informa, a veces el vicepresidente posaba entregando “de forma simbólica” una tarjeta a una persona beneficiaria para que le tomaran una foto para reafirmar su compromiso con el programa.

Los beneficiarios. Ercilia Martínez dice que tiene “nietecitos” y que su única fuente de ingreso son los RD$700 mensuales que recibe de Comer es Primero, y los RD$228 de Bonogás. Vive en Santa Lucía, la zona más humilde de Cienfuegos, en Santiago. Los residentes en esta comunidad libran cada día una lucha a muerte por mantenerse aferrados a la esperanza. El fango llega hasta los tobillos y los rostros humildes y demacrados que transitan por las enlodadas callejas compiten en tristeza con las frágiles viviendas.

Martínez agradece a Dios y luego al Gobierno por la tarjeta. Entiende que recibe el subsidio por el derecho de ser ciudadana, y aunque asegura que para entregarle el plástico no le hablaron de política, reconoce que es “del Partido”.

Durante un recorrido por varios barrios humildes de Santiago y de San Cristóbal, donde se conversó con humildes padres y madres de familia, La Lupa Sin Trabas pudo identificar diversas percepciones de los beneficiarios respecto a su derecho de recibir los subsidios sociales.

Resultó frecuente la respuesta de que comenzaron a recibir la tarjeta después de pasar por sus comunidades empadronares que se identificaban como empleados del Estado, y sin banderías políticas, quienes los inscribían y tras un tiempo les llamaban para que pasaran a recoger las tarjetas.

Sin embargo, a pesar de ese esquema institucional, los sentimientos de agradecimiento varían. Muchos agradecen a “Dios”, primero, y al “Gobierno” después. Otros “al Presidente” y no faltó quien agradeciera “a la Vicepresidenta”.

En un intento de establecer si existe una relación entre la cantidad de votos válidos obtenidos por los dos mayores partidos políticos del país, el PLD y el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), y la entrega de tarjeta Solidaridad por provincia, La Lupa Sin Trabas presenta dos diagramas de dispersión (ver gráficos), que revelan que por alguna razón el partido oficialista obtuvo más votos válidos por cantidad de beneficiarios.

También estimó la correspondiente correlación lineal, conocida como “correlación de Pearson” que mide el grado de relación de dos variables siempre y cuando ambas sean cuantitativas. Esas variables fueron el porcentaje de votos válidos obtenidos por el PLD y el PRD en cada provincia del país, y la cantidad de beneficiarios con tarjetas de solidaridad en cada provincia. El resultado para el PLD fue un positivo 48% y para el PRD un negativo 30%.

“Hay una asociación positiva entre porcentaje de votos del PLD y la magnitud de beneficiarios de la tarjeta de solidaridad”, opina el economista Miguel Ceara Hatton. Sin embargo, reconoce que la asociación de los datos no arroja un resultado “estadísticamente significativo” a través de la prueba T de Student.

Asimismo, la socióloga Rosario Espinal, coautora el estudio “Cultura Política de la Democracia en República Dominicana, 2012”, de la USAID, resalta uno de los hallazgo de esa investigación: “Según el análisis de regresión realizado, las personas con mayor probabilidad de tener una tarjeta Solidaridad son las que dijeron simpatizar por el PLD, los de menor riqueza, menor nivel educativo y menor de edad”.

Existe la percepción de que al momento de entregar las tarjetas no se inquiere al beneficiario por cual partido simpatiza, y que por lo general se ha realizado de forma institucional, pero sí se piensa que una vez entregada se procuran lealtades. En esto coinciden Pablo Ureña Rodríguez, Pavel Isa Contreras y Rafael Toribio.

Mientras tanto, ya sea por azar o por relación de causa y efecto, lo cierto es que mientras más beneficiarios ingresan al programa de los subsidios sociales, más beneficios políticos cosechan quienes entregan la tarjeta. Y esto es más claro, cuando el plástico es recibido de la mano de Mamá.

El “Welfare” dominicano

“Lo preocupante es que convirtamos a la Tarjeta Solidaridad en un welfare impropio, porque a través de las políticas públicas no se realiza una redistribución (de los ingresos), sino que directamente asignamos esos recursos para lograr, de alguna manera, beneficiarnos de esos aportes. Eso no sucede si hay educación de calidad para todos”, observa Rafael Toribio.

Explica que hasta el presente, el éxito se ha medido por la cantidad de beneficiarios que entran, y no por la cantidad que salen, porque han desarrollado capacidades para superar la pobreza. “Se ha transformado en un programa permanente de asistencia social para graduarse de pobre”, afirma.

Pável Isa Contreras, por su parte, observa que no fue sino a partir de 2012 cuando los ministerios de Salud y Educación pasaron a formar parte integral del programa, algo imprescindible para lograr los objetivos sociales en estas áreas y cumplir las condicionalidades que estas trasferencias conllevan, como son: llevar a los niños al médico a vacunarse y procurar que asistan a la escuelas.

“Costó ocho años que empezaran a funcionar de manera adecuada”, sentencia el economista. El Programa Solidaridad se inició formalmente en septiembre de 2004. “Todavía no hay una evaluación del programa”, lamenta.

Una pieza clave para que estos programas funcionen es que la oferta de servicios universales, como educación y salud, sea de calidad, explica. Pero es precisamente en la educación y en la salud pública donde la pasada gestión de Leonel Fernández sacó las peores notas, debido a falta de políticas claras y de prioridades que se materializaran en mayores apropiaciones presupuestarias para esos objetivos.

Fernando Reyes Castro, ex director de Solidaridad, reconoce que “cuando nació Solidaridad, no se hizo un esquema de evaluación”. Pero explica que en el programa “el hogar se gradúa cuando el niño concluye el segundo nivel de la secundaria”.

En las memorias 2006-2011 del programa, en cuanto a los resultados de seis años de trabajo, el énfasis está puesto en la creciente cantidad de beneficiarios incorporados (622,537 hogares, al finalizar el periodo) y en la cantidad de recursos invertida (RD$59,707,364,566,84), algo que tiene un fuerte impacto en el ingreso familiar.
Se afirma, además, que al finalizar 2011, el 92% de los hogares había cumplido con las corresponsabilidades. Pero no se informa de graduados. (La Lupa sin Trabas: http://www.lalupa.com.do)

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