José Manuel Castillo, director Noticias A Tiempo. Whatsapp: 8098160105, josemlct11@hotmail.com. Santiago, República Dominicana.

martes, 27 de agosto de 2013

Sensatez en los tiempos del cólera

Eugenio Pérez Almarales
Periodista cubano
Especial/Noticias A Tiempo
E-mail: josemlct11@hotmail.com  

“Tanto como las impurezas del agua, al doctor Juvenal Urbino lo
mantenía alarmado el estado higiénico del mercado público” y de otros
sitios de la ciudad. Quería que sanearan el lugar, inspirado en una
plaza que conoció, “donde las provisiones eran tan rozagantes y
limpias que daba lástima comérselas”.

Por 400 años erguida ante avatares, la urbe afrontaba su más difícil
reto. “La epidemia de cólera morbo, cuyas primeras víctimas cayeron
fulminadas en los charcos del mercado, había causado en once semanas
la más grande mortandad de nuestra historia”, y “no tuvo miramientos
de colores ni linajes”.

“En las dos primeras semanas del cólera el cementerio fue desbordado,
y no quedó un sitio disponible en las iglesias, a pesar de que habían
pasado al osario común los restos carcomidos de numerosos próceres sin
nombre.”

Aunque estos fragmentos de El amor en los tiempos del cólera, novela
de Gabriel García Márquez, pudieran parecer exagerados, son pálido
reflejo del azote despiadado de la enfermedad a su paso arrollador por
numerosos países.

Considerada una de las peores epidemias de la humanidad, el cólera –en
sus diferentes cepas y variantes- tiene su origen en el mundo antiguo,
y se encuentran referencias a ella en escritos en China, la India,
Grecia…

Desde sus inicios, las epidemias de la enfermedad ocasionaron daños
devastadores, especialmente por la alta cifra de víctimas fatales, y
recibieron el nombre de pestes.
Cuentan que la plaga más catastrófica que sufrió la vieja Grecia fue
la llamada peste de Atenas, en el año 428 a.n.e.

El temido imperio romano sufrió también la peste, y el propio
emperador Marco Aurelio "El Sabio" fue víctima de la primera epidemia
(peste antonina), y en Roma llegaron a morir en el siglo III d.n.e.
cerca de 5 000 personas al día por su causa.

La historia reconoce siete pandemias de cólera.

La primera, de 1811 a 1825, de origen asiático, la cual no afectó
América. Comenzó en Bengala y se extendió a la India, China y el Mar
Caspio, antes de disminuir.

La segunda, de 1829 a 1850, solo en Egipto causó 150 mil muertes, y
llegó a Europa, Estados Unidos, México, Guatemala, Nicaragua y Cuba.
En 1833 apareció el cólera a nuestro país por primera vez, y provocó
más de 30 mil defunciones.

La tercera pandemia, de 1852 a 1860, afectó principalmente a Rusia,
con más de un millón de muertos; mató en España a 200 mil personas, a
140 mil en Francia y atacó nuevamente a América.

La cuarta, de 1863 a 1875, invadió casi toda América, incluida Cuba.

La quinta, de 1881 a 1896, registró 800 mil fallecidos solo de 1892 a
1894. En la etapa, el médico alemán Robert Koch descubrió el agente
etológico del cólera, el Vibrio cholerae.
La sexta, de 1899 a 1923, no llegó a nuestro continente. De julio a
septiembre de 1915, en plena Primera Guerra Mundial, el ejército
austro-húngaro sufrió 15 mil muertes.

La séptima comenzó en 1961 y apareció a partir de un foco en Célebes,
isla de Indonesia, y se extendió a Corea, China Taipei, Filipinas, la
India, y luego continuó a Pakistán, Afganistán, Irán, Irak y al sur
de la entonces Unión Soviética. En 1970, penetró al África
Occidental, donde es ya endémico.

Entre 1977 y 1978 hubo brotes de cólera en el Japón, y apareció por
primera vez en el Pacífico meridional. En el 1982 y 1983 se produjeron
grandes brotes en las islas Truk.

En Estados Unidos, hasta el año 1990, se habían reportado 50 casos y
hay informaciones de otros enfermos en ese país desde 2010 hasta la
fecha.

La más reciente y cercana epidemia es la de la vecina Haití, donde más
de siete mil 400 personas han muerto desde que comenzó la epidemia, en
octubre de 2010.

No es atinado ignorar que cada año se producen en el mundo de tres
millones a cinco millones de casos de cólera y la cifra de personas
muertas oscila entre 100 mil y 120 mil.

Independientemente de las medidas institucionales, resulta
absolutamente imprescindible que cada persona actúe de manera
disciplinada, sensata y ágil, para preservar su vida y las de
familiares y conciudadanos. Ninguna medida es exagerada. Un descuido
puede ocasionar daños irreparables.

*El autor es Jefe de información del periódico La Demajagua, y profesor universitario en Granma, Cuba.  Expresidente de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) en aquella provincia.
 

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