Pobreza en la República Dominicana, foto lalupa.com.do |
En algunos lugares visitados por el presidente Danilo Medina las promesas no se han materializado. Los ciudadanos agradecen el gesto del mandatario, pero no están del todo satisfechos y se muestran abiertos a señalar todo lo que dispuso y no ha sido cumplido. A veces, por problemas en las organizaciones a las que se les prometió créditos y facilidades, y otras, por razones que desconocen.
Fuente, http://www.lalupa.com.do/
Nadie se lo esperaba. La comunidad se siente agradecida por aquella visita que deja una sensación de placidez, de ser correspondidos. Una foto en el celular y un recuerdo del cual ufanarse en el futuro. Las portadas de los periódicos nacionales que quedarán para la historia. La transmisión de un mensaje directo: “Arrégleme mi casita”. El sí como respuesta. La prolongación de la espera en un paisaje polvoriento, donde un árbol que antes era “la matica de los vagos” ahora es “la enramada de Danilo”. Una promesa es siempre una esperanza.
Aunque las obras no estén hechas todavía, aunque haya que esperar más tiempo. Luego, con los meses, las justificaciones. “No es por culpa del Presidente”. Y la cuaba cayendo sobre los funcionarios locales. “El tipo del INDHRI”, “El administrador del IAD”. O “No sabemos lo que pasa”. El largo etcétera.
En Jorgillo, un distrito municipal de San Juan de la Maguana, donde el presidente Danilo Medina hizo una de sus primeras visitas sorpresa durante el mes de diciembre pasado, todavía no ven materializadas las promesas del mandatario, a excepción de un parque que la comunidad rechaza porque no se ajusta a sus expectativas.
Para este pueblo productor de habichuelas, maíz y cebollas el principal problema es el de la irrigación de los cultivos. “Nosotros vivimos aquí porque somos demasiado fuertes, pero la necesidad de agua nos ha dado duro. Teníamos tres años sembrando y perdiendo el año entero. Pero el año pasado, que llovió, hubo muchos guandules y auyamas. No pudimos sembrar habichuelas porque no teníamos fuerzas. Este año no hemos podido lograr nada, porque ha llovido poco”, cuenta Fausto Ferreras Martínez (Piña), presidente del oficialista Partido de la Liberación Dominicana (PLD) en esa localidad. Un fragmento del paisaje lo atestigua: un terreno sembrado de girasoles donde las flores no son amarillas, sino marrones. Fueron quemadas por el sol.
Pero cuando en febrero pasado, en una visita a Vallejuelo, el presidente Medina reiteró su disposición de construir la presa Las Dos Bocas sobre el río Bao, la gente del pueblo cifró sus esperanzas en la promesa y no en las nubes. Aunque se han realizado las mediciones necesarias, seis meses después no se ha dado el primer picazo que iniciaría los trabajos del primer embalse que, según sus palabras, irrigarían en los siguientes diez meses unas 35 mil tareas agrícolas en la zona.
Para entonces, una nota de prensa de la Presidencia indicaba que el dinero para el proyecto procedería de un préstamo de US$250 millones que conocerá el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), pero que como los trámites se tomarían diez meses, “para ganar tiempo”, el Gobierno empezaría con una partida propia de RD$1,000 millones.
También hubo otras promesas en Jorgillo: un plan de viviendas que priorizaría a aquellas personas cuyas casas de tejamaní conmovieron al Presidente; la construcción de las aceras del pueblo y la electrificación formal de las casas.
Hace sólo siete años que ese distrito municipal cuenta con energía eléctrica, según el único alcalde que ha tenido el lugar, Seneo Montero, quien se atribuye el alumbrado público de la calle principal. A partir de ahí, la gente comenzó a pegar cables para llevar electricidad a sus casas. A menudo, los electrodomésticos se queman y, recientemente, murieron siete animales por un alto voltaje. La regularización del servicio no ha sido cumplida.
Sobre las casas, Ferreras Martínez dice que le recordó a Danilo Medina el compromiso adquirido con el pueblo cuando regresó a Vallejuelo, y que éste lo derivó a la gobernación de San Juan de la Maguana. “Nos prometieron ese plan de viviendas; después nos dijo que para el Gobierno no era posible ahora mismo, pero que fuéramos donde el Gobernador. Hicimos una lista de 68 casas, la dejamos en la gobernación y quedaron en llamarnos. El que estaba ahí era el asistente. No ha sido posible volver allá, porque estamos demasiado atacados con el trabajo ahora mismo. Estamos preparando la tierra”.
–¿El presidente llegó a ver estas casas?
–No, él pasó por la carretera y nosotros le pusimos la inquietud, revela Piña.
Ha sido larga la espera para Vicenta Montero Vicente, una ama de casa con seis hijos, quien vive desde hace 20 años en uno de estos bajareques. Antes de la visita del Presidente, una iglesia se había comprometido a construirle una casa nueva.
–Nada más vienen, toman fotos, escriben, pero no pasa nada, se lamenta.
–¿Cuál casa cree que llegue primero?
–No le sé decir. La que llegue primero.
En cuanto a las aceras, los trabajos se prolongaron durante tres meses, pero ahora están paralizados e inconclusos. “Me deben ese dinero y no han ido todavía a buscar el primer pago. Trabajamos de enero a marzo y ahí se pararon. No sabemos por qué. Hasta dejaron una guagua ahí, abandonada. A mí me deben como 14 mil pesos, yo haciendo líos en los negocios y colmados, atento a que estamos trabajando aquí. Es cogiendo fiao, para defendernos”, dijo uno de los trabajadores de la obra.
En El Capá, otra de las localidades de San Juan de la Maguana que el Presidente recorrió en diciembre con su zurrón de promesas, unos hombres descansan bajo la sombra de árbol que sirvió de cobijo al primer mandatario. Sobre su visita, aseguran que todavía no ha llegado “lo bueno” a la comunidad. Con “lo bueno”, se refieren a la materialización de las palabras del mandatario.
Aquí, el Presidente ordenó un plan de viviendas, un canal de agua, un acueducto, la irrigación de las tierras de El Caney y un puentecito para la comunidad de La Casilla, que queda incomunicada cuando el río crece por las lluvias.
Sobre el acueducto, “ya tiraron una línea”, asegura el alcalde Héctor Mateo, quien además se muestra optimista. Sobre el plan de viviendas dice que ya se hizo el levantamiento (serían unas 37 casas) y que la obra se rifó entre ingenieros en Santo Domingo, y sólo falta que comience su construcción, algo para lo que todavía no tiene fechas. En cuanto a los trabajos de habilitación hídrica en El Caney y el puente para La Casilla, todavía no se han iniciado.
En El Cardón, comunidad sanjuanera que también se beneficiaría con la construcción del dique de El Caney y de la presa de Las Dos Bocas, también siguen esperando. Poco después de la visita del Presidente se inició la habilitación de La Colonia, un antiguo proyecto abandonado que producía habichuelas, maíz y otros rubros. La situación actual es que después de varios meses de trabajo, los buldózeres fueron paralizados por falta de pago, según Rosa María Féliz, quien vive dentro del proyecto. El alcalde, Marino, también lo confirma. “Comenzaron hace ocho meses. En Semana Santa se paralizaron. La mayoría de los tractores no tenían qué hacer y se fueron. A la mayoría de los buldózeres se los llevaron”.
Esperan los caminos. Hasta mediados de agosto, según cifras aportadas por el FEDA, el Gobierno había desembolsado RD$276,760,386 de los más de RD$823 millones prometidos a las distintas comunidades durante las visitas sorpresa del presidente Medina.
En cuanto a Banca Solidaria, otro de los instrumentos que utiliza el Gobierno para otorgar financiamiento a particulares con microempresas, en los últimos diez meses de funcionamiento ha entregado créditos por un valor de RD$2,000 millones a más de 36,000 personas, según reportes de sus directivos.
En Hacienda Estrella, Santo Domingo Norte, los arroceros agradecen la construcción de la carretera que comunica con la comunidad de La Luisa, Monte Plata, donde se encuentra la Factoría Ozama. Pero este logro les sabe a poco si no se reparan los caminos entre parcelas, los que permiten sacar el arroz y llevarlo a la empresa para su procesamiento. Ambas cosas fueron ordenadas por el mandatario en febrero pasado, durante su visita sorpresa.
“El Instituto Agrario se comprometió a darnos una mano con esos caminos internos. El director del INDHRI ha cumplido, le ha dado mantenimiento al canal de irrigación y por lo menos está haciendo su trabajo, pero la gente del IAD, no. En cuanto a la carretera Hacienda Estrella-La Luisa, la están reparando, pero no contemplaron el puente. Cuando el río Ozama sube, no hay posibilidades de pasar”, expresó Ciprián González, un productor de arroz. Un simple recorrido sirve para verificar esta situación de la carretera, anegada por el río.
El recorrido por el proyecto arrocero AC-40 lo guía Fabio Biaza, otro productor. Se trata de 32 kilómetros de caminos vecinales cuya habilitación había sido dada por un hecho por el presidente Medina. “Las fincas están atrás y no hay forma de penetrar hasta allá. Ese es el camino esencial para sacar el arroz, y está intransitable. Mira cómo tenemos que dejar los vehículos. En la factoría nos dicen que ellos vienen a comprar el arroz sólo si se lo entregamos en la calle principal”.
Otras disposiciones fueron la compra de tres bombas para la irrigación y la construcción de un dique sobre el río Savita. Las bombas llegaron pocos días después de la visita presidencial, pero a estas alturas aun no han sido instaladas. Según el administrador local del Instituto Agrario Dominicano, Francisco Javier Zayas, hacerlo en estas fechas sería contraproducente porque el río las inundaría. Para Biaza, lo contraproducente es esperar hasta diciembre, que es la época de sequía. Por el momento, las bombas permanecen en el local del IAD.
En cuanto al dique, Cipriano González dice que un estudio mostró que el caudal del río no es suficiente para represarlo. Pero según Biaza, el problema es que esta obra requeriría de una inversión de RD$60 millones. Así que el INDRHI planteó una opción más económica, la creación de un reservorio. Para esta segunda opción se hicieron las mediciones, pero no ha sido comenzada.
Otras promesas corrieron mejor suerte: la construcción de un par de iglesias, un play de béisbol ya casi terminado y la entrega de RD$2.5 millones a la cooperativa de productores de cereza, Coopalmilla, para su habilitación agroindustrial.
Con este dinero, la cooperativa logró comprar algunos equipos y capacitar a algunos técnicos, pero su principal finalidad, la compra de un camión refrigerado, no ha podido ser materializada porque las opciones que han encontrado son muy costosas.
En cuanto a la Factoría Ozama, a la que se le aprobó un financiamiento de RD$30 millones, no ha podido acceder al crédito por problemas internos, admite Ciriaca Martínez, miembro del consejo de administración. “Lo que ha pasado no es culpa del Gobierno ni de nadie, sino que tenemos que conformarnos como empresa. La cooperativa nunca había tenido préstamos y no tiene cierta documentación. Ahora estamos trabajando con el IDECOOP y el IAD y estamos trabajando en todo ese proceso para iniciar los trámites necesarios”.
No ha sido la única organización que ha enfrentado problemas internos para acceder a financiamiento. Está el caso de la Cooperativa de Villa Sombrero, que reúne a productores de mangos de esa localidad de la provincia Peravia. En su visita a ese lugar, en enero pasado, el Presidente aprobó entre otras cosas un financiamiento de RD$56 millones para los productores, así como el apoyo a un grupo de mujeres para la creación de una planta de secado de la fruta con fines de exportación.
Desde entonces, la cooperativa ha recibido dos desembolsos, uno de RD$4,836,000, y otro de RD$6,033,000. El primero de estos desembolsos es objeto de una auditoría por parte del Fondo Especial para el Desarrollo Agropecuario, según Frank Maceo, presidente de la cooperativa, quien se resistió a dar más detalles por el momento, pues aún se encuentran en fase de reuniones con el Fondo Especial para el Desarrollo Agropecuario (FEDA). En cuanto a la planta de secado de mango, tampoco ha podido ejecutarse por razones sobre las que tampoco quiso abundar.
También está el caso del Clúster de Exportadores de Vegetales de Las Matas de Farfán, al cual no se le llegó a hacer ningún desembolso, después del anuncio de un préstamo de RD$74 millones en marzo de este año. Las diferencias entre los socios con respecto a la compra de una empacadora, y la negativa del propio FEDA a financiar una maquinaria que entendía que estaba en mal estado, detuvo la entrega de los fondos.
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