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lunes, 21 de octubre de 2013

Salomé Ureña:163 años de su natalicio

Salomé Ureña
 A los hombres y mujeres grandes de la historia, no se les recuerda el día de su muerte, sino el día de su nacimiento, porque siguen vivos en los corazones de los pueblos. (Autor: José Manuel Castillo Taveras)

Salomé Ureña de Henríquez (21 de octubre de 1850 - 6 de marzo de 1897) fue una reverenciada poetisa y educadora dominicana, siendo una de las figuras centrales de lapoesía lírica del siglo XIX e innovadora de la educación femenina en su país.

Alumna aventajada de Eugenio María de Hostos, sus obras se centran en el amor a la patria y en su entorno familiar. Aunque no escribía muy a menudo, logró llamar la atención de gran parte de Latinoamérica por la profundidad de sus obras. Entre sus trabajos más notables se encuentran: "A La Patria", "El Ave y El Nido", "Sombras", entre otros.

Biografía

Ureña nació en Santo Domingo, República Dominicana el 21 de octubre de 1850. Era hija del abogado y también escritor Nicolás Ureña de Mendoza y Gregoria Díaz de León, quien dio a su hija sus primeras lecciones educativas. A temprana edad, Salomé fue influenciada también por la literatura. Su padre le enseñó las obras clásicas de autores españoles y franceses que ayudaron a la joven Salomé a desarrollar su propia carrera.

Comenzó a escribir sus versos a los quince años de edad, publicando posteriormente sus primeras obras a la edad de diecisiete años y haciéndose conocida por su espontaneidad y ternura. En 1867 publicó sus primeras obras bajo el seudónimo Herminia, nombre que usó hasta 1874. Mientras iba pasando el tiempo se volvía más trágica y triste con poemas como "En horas de angustia" o muy patriótica y fuerte en poemas como "A La Patria" y "Ruinas". En los años posteriores incluiría temas de su propia vida en sus poesías, como se puede ver en "Mi Pedro" (dedicada a su hijo, tal vez su poema más cariñoso), "La llegada del invierno", y un libro que se hizo muy popular llamado "Esteban", donde habla de su país, su familia, las plantas y flores, y de la propia isla.

Instituto de Señoritas

Alrededor de 1881, Salomé fue animada por su marido para abrir el primer centro de educación superior para mujeres jóvenes en la República Dominicana, lo cual hizo el 3 de noviembre de ese año bajo el nombre de Instituto de Señoritas. En los próximos cinco años, las primeras seis mujeres se graduaron de maestras en el Instituto, algo poco común en ese momento. Años después de su muerte, el instituto fue bautizado con su nombre.

"A La Patria"

Desgarra, Patria mía, el manto que vilmente, 
sobre tus hombros puso la bárbara cueldad; 
levanta ya del polvo la ensangrentada frente, 
y entona el himno santo de unión y libertad.

Levántate a ceñirte la púrpura de gloria 
¡oh tú, la predilecta del mundo de Colón! 
Tu rango soberano dispútale a la historia, 
demándale a la fama tu lauro y tu blasón.

Y pídele a tus hijos, llamados a unión santa, 
te labren de virtudes grandioso pedestal, 
do afirmes para siempre la poderosa planta, 
mostrando a las naciones tu título inmortal.

Y deja, Patria amada, que en el sonoro viento 
se mezclen a los tuyos mis himnos de placer; 
permite que celebre tu dicha y tu contento, 
cual lamenté contigo tu acerbo padecer.

Yo ví a tus propios hijos uncirte al férreo yugo, 
haciéndote instrumento de su venganza cruel; 
por cetro te pusieron el hacha del verdugo, 
y fúnebres cipreces formaron tu dosel.

Y luego los miraste proscritos, errabundos, 
por playas extranjeras llorosos divagar; 
y tristes y abatidos los ojos moribundos 
te ví volver al cielo cansados de llorar.

Tú sabes cuántas veces con tu dolor aciago 
lloré tu desventura, lloré tu destrucción, [2]
así cual de sus muros la ruina y el estrago 
lloraron otro tiempo las hijas de Sión.

Y sabes que, cual ellas, colgué de tus palmares [3]
el arpa con que quise tus hechos discantar, 
porque al mirar sin tregua correr tu sangre a mares 
no pude ni un acorde sonido preludiar.

Mas hoy que ya parece renaces a otra vida, 
con santo regocijo descuelgo mi laúd, 
para decir al mundo, si te juzgó vencida, 
que, fénix, resucitas con nueva juventud; [4]

que ostentas ya por cetro del libre el estandarte 
y por dosel tu cielo de nácar y zafir, 
y vas con el progreso, que vuela a iluminarte, 
en pos del que te halaga brillante porvenir;

que ya tus nuevos hijos se abrazan como hermanos, 
y juran devolverte tu angustia dignidad, 
y entre ellos no se encuentran ni siervos ni tiranos, 
y paz y bien nos brindan unión y libertad.

¡Oh Patria idolatrada! Ceñida de alta gloria 
prepárate a ser reina del mundo de Colón: 
tu rango soberano te guarda ya la historia, 
la fama te presenta tu lauro y tu blasón.

(1874)

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