Dicen que tener un blog es tener un espacio para revelarse, para volcarse emocionalmente transformado en letras. Y dicen también que envicia, que crea adicción esto de tener un rinconcito donde uno puede escribir lo que siente, lo que piensa, lo que le hace soñar y lo que le duele. A mí me ocurrió.
Recuerdo el día en que nació mi primer blog con la misma claridad con que recuerdo el nacimiento de mi hijo. Vino al mundo mi blog casi como experimento, motivado por alguien que nos comentó sobre la importancia de estos espacios virtuales para difundir la realidad de nuestra Patria y yo entonces no quise dejar de aportar mi granito de arena.
Y me aboqué a conformar un espacio desde el cual pudiera comentar sobre lo que vivo día a día en esta Isla tan linda, tan llena de matices, y hablar sobre lo que me preocupa, lo que me enoja, lo que me desconcierta y lo que me hace feliz.
Mi blog es una extensión de lo que soy como mujer, como madre, como profesional, como ser humano. Es mi segundo hijo y por eso lo mimo como a Alejandro, aunque le dedico menos tiempo que a mi primogénito, por razones obvias.
Un detalle que probablemente no conozcan quienes no tienen la responsabilidad de un espacio como este radica en encontrar la imagen perfecta para cada post, algo que puede constituir muchas veces un dilema, y en no pocas ocasiones tarda incluso más que el propio acto de escribir.
Esta cubana de acá, sin cámara fotográfica propia, debe hacer villas y castillas para localizar en la red las fotos que mejor se avengan con el tema de los post, muchas veces tan subjetivos que me fuerzan a localizar imágenes que representen un concepto determinado…quienes saben algo sobre diseño, pueden constatar lo complejo que tal empeño puede resultar.
Imagínense, por poner un ejemplo, lo que debe ser elegir la foto o caricatura que acompañe un texto cuya temática sea la democracia, la corrupción o la emigración.
Silvio dijo una vez que una de sus canciones más populares “La gota de rocío”, le había salido en cinco minutos. Y es que la creación, cuando viene de un instante de inspiración, resulta así de sencilla.
En otras ocasiones, cuando el tema se nos antoja complejo, los periodistas y escritores hablamos de “partos dolorosos”, algo con lo que pocas veces deseamos lidiar..
.Por fortuna en este, mi rinconcito, todo llega desde la inspiración, y solo es el tiempo (más bien su carencia) y mis otras responsabilidades quienes me juegan malas pasadas y me impiden escribir más a menudo.
Tener un blog es contraer un compromiso, mayormente con personas desconocidas. Es como firmar un acuerdo en el que accedes a ser leído desde cualquier rincón del mundo sin que lo adviertas, asumes con seriedad la existencia de aquellos que te aplaudirán y también de quienes te critiquen.
Y te comprometes de paso a escribir con frecuencia, en gran medida porque te sientes en deuda tanto con los que esperan impacientes un nuevo post para disfrutar de tus letras como con quienes lo esperan para tratar de acribillarte con comentarios insidiosos.
Y partiendo de ahí, convertirte en propietario de un blog implica además el compromiso de respetar los criterios, ya sean favorables a los tuyos o no, cumpliendo a rajatabla aquella sentencia de Voltaire: “Detesto lo que dices, pero defendería hasta la muerte tu derecho a decirlo”.
Bloguear muchas veces es hacer público lo que normalmente callas por falta de tribuna adecuada para expresar lo que te muerde el pecho. Hay quienes aguantan las emociones apretadas en el alma hasta llegar frente a la PC, para entonces, en el acto de bloguear, hacer un acto de pública desnudez.
Algunos lanzan poesías, otros hacen catarsis, los más reflexionan sobre su realidad, se la cuestionan, la analizan…o lo que es lo mismo: piensan en letras públicas, publican sus pensamientos, ríen, lloran, sueñan en lenguaje blog.
Así…¿quién no se hace blogadicto?
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