Grisbel Medina R.
Fuente, http://www.listin.com.do/
Ayer colgué temprano el rostro de Google en honor a mi patria dibujada en la plataforma con arrocito, habichuelita y tajo. En el mundo real, abrí la tela de los cuadrantes rojo y azul en mi casa. Fue un honor silencioso, antes de que el sol saliera, a la nación que amo y por la cual quedan luchas y desafíos por superar.
Un par de ellos es el dispendio, la mordaza pagada y la impunidad. Recién inauguraron la Circunvalación Norte -después de décadas de espera y picazos fallidos- cuyo costo han publicado asciende a 130 millones de dólares, por un tramo de apenas 26 kilómetros. Calculó el escritor Edwin Espinal (haciendo el esfuerzo de deducir cifras tan grandes) que 130 millones multiplicados por la tasa actual, equivalente a $42.58 pesos, son 5,535 millones de los pesos de Duarte. O sea, cada kilómetro de la Circunvalación Norte -oscurita, por demás- costó, RD$212 millones 900. Mucho con demasiado, ¿verdad?
No hay que ser experto en las lides numéricas para saber que seguimos inaugurando obras de excesivo e inflado costo, entre abucheos al alcalde Serulle y presidente de la Cámara de Diputados que “trasladan su grupo de vociferantes para que le aplaudan en sus apariciones públicas”, como escribió Haime Thomás en Twitter.
La Circunvalación me recuerda el Metro de Santo Domingo, de abultado costo y solo alcanza a beneficiar al 2.45 por ciento de quienes habitan la capital. Muy temprano lo escribió Juan Bolívar Díaz: “Estadísticas oficiales demuestran la ineficiencia de la mayor inversión de la historia, la del Metro, que con dos líneas operando solo atiende el 5.45 por ciento de la demanda de transporte. El sueño de niño de Leonel Fernández, cuyo costo real se discute, aunque oficialmente casi 1,600 millones de dólares, beneficia apenas a unas 81,696 personas diariamente, lo que no alcanza al 1 por ciento de la población nacional”. Y el despilfarro sigue pa’lante, a pesar de la promesa de hacer lo que nunca se había hecho.
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