Marc Santana
Santana.marcelino@gmail.com
El autor es Periodista
Fuente, http://www.elnuevodiario.com.do/
En la presente semana todos hemos sido testigos de lo que yo llamo, una gran vergüenza nacional e internacional, me refiero a los más recientes episodios del caso de la dominicana descendiente de padres haitianos, Juliana Deguis Pierre, a quien de forma injusta se quiere despojar de su nacionalidad, a raíz de la insólita Sentencia 168/13 del Tribunal Constitucional, episodios estos, que desdicen mucho de la República Dominicana como un Estado supuestamente respetuoso de los Derechos Humanos.
Colocarle un impedimento de salida y no dejar viajar hacia Estados Unidos a Juliana Deguis fue una gran imprudencia por parte de los funcionarios dominicanos, luego de que el Consulado americano le emitiera una visa humanitaria para que pueda ventilarse su caso ante una audiencia de la CIDH celebrada ayer en Washington.
Juliana Deguis. |
Esto es así, porque según expertos Constitucionalistas, una visa humanitaria como la que se le otorgó a Deguis no necesariamente requiere de un pasaporte, ya que en su caso, ella posee un pase de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), y el Estado dominicano estaba obligado a dejarla salir, como lo establece la Convención sobre Privilegios e Inmunidad de las Naciones Unidas, firmado por la República Dominicana en 1947.
Es decir, que las autoridades dominicanas violaron una Convención Internacional de la cual el Estado es signatario, por lo que en este momento a mi entender, el caso Juliana Deguis es la gran vergüenza internacional del Estado Dominicano, convirtiéndose estas recientes acciones en mucho más evidencias que sustentan, que esa insólita Sentencia es discriminatoria, injusta e inhumana.
Por otro lado, los entendidos en la materia aseguran además, que con Deguis, el Estado Dominicano ha vulnerado la propia sentencia 168/13 del Tribunal Constitucional (TC), cuyo dispositivo segundo ordena que sea un tribunal de primera instancia el que decida sobre la nulidad de su acta de nacimiento, lo cual no ha ocurrido, por lo que se deriva que es legal, y que es una flagrante violación a su derechos negarle cualquier otro documento que sea fruto de esa acta, como ocurrió cuando la Dirección General de Pasaportes le negó a Juliana la expedición del mismo.
Es una pena que el presidente Danilo Medina haya permitido caer a la República Dominicana en esta desvergüenza internacional, ya que estamos en todos los medios de comunicación del mundo como un país reiteradamente violador de los derechos humanos.
El mismo presidente de la República ha dicho que existe presión internacional con relación a cómo se maneja aquí el tema de la nacionalidad, y en consecuencia ha entrado en lo que él mismo ha llamado "un proceso de consulta" sobre la insólita Sentencia del Tribunal Constitucional.
En la audiencia de la CIDH celebrada ayer en Washington, el asiento que ocuparía Juliana Deguis permaneció vacío, lo que sin lugar a dudas dio al mundo la connotación de que la misma fue secuestrada en su propio país y que se le impidió viajar para que expusiera sobre las violaciones a sus derechos en la Republica Dominicana, territorio donde nació, donde creció, donde tuvo su familia, donde siempre ha trabajado y donde siempre ha vivido.
Aún estamos a tiempo de corregir este bochornoso accionar que tiene un gran dejo de discriminación racial contra miles de personas que son de ascendencia haitiana, hijos de padres haitianos, pero que también son netamente dominicanos.
Juliana Deguis Pierre es tan dominicana como el presidente Danilo Medina y como el ex presidente Leonel Fernández, y sus hijos también son dominicanos, hay que darles sus documentos para que ella pueda vivir su vida normal y que sus hijos puedan ir a una escuela a estudiar.
Nacionales de otros países, por ser famosos y adinerados reciben la nacionalidad dominicana como un regalo y de forma alegre, se la otorga el mismo presidente de la República, pero a Juliana, que nació aquí, que siempre ha vivido y trabajado aquí, solo por ser hija de trabajadores cañeros que vinieron jóvenes al país y dejaron sus vidas en los ingenios azucareros, que fueron maltratados y robados por las empresas azucareras, ella no merece ser dominicana. Esto es lo que se llama una gran confabulación maligna.
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