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viernes, 30 de mayo de 2014

Trujillo y el himno nacional

Domingo Caba Ramos
Especial/Noticias A Tiempo.Net
E-mail: josemlct11@hotmail.com

Un día como hoy, 30 de mayo de 1934, hace exactamente ochenta años, el entonces presidente de la República Dominicana, Generalísimo Rafael Leónidas Trujillo Molina, promulgó la ley que declaró oficial el himno que treinta y siete años antes (1883) habían compuesto el laureado músico José Reyes ( 1835-1905 ) y el poeta y maestro puertoplateño Emilio Prud - Homme (1856 - 1932). Según lo establece nuestra Constitución, el Himno Nacional “es único e invariable”. (Art.33)

Del Himno Nacional es muy poco lo que sabe el dominicano promedio. Pero como toda manifestación humana, nuestro canto a la Patria también tiene su historia.

Compuesto en el primer semestre de 1883, se tocó y cantó por primera vez el día 17 de agosto de ese mismo año en una de las veladas patrióticas celebradas por la prensa nacional en los salones de la Logia Esperanza (Santo Domingo), para conmemorar el vigésimo aniversario de la Restauración política de la República.

Conviene aclarar, sin embargo, que este no fue el primer himno patriótico que se compuso en el país. Treinta y nueve años antes (1844), el poeta y patriota Félix María del Monte (1819 -1899), y el coronel músico Juan Bautista Alfonseca (1810 - 1875), compusieron la misma noche en que se proclamó la independencia nacional, el himno que nuestra historia literaria registra con el nombre de Canción dominicana.

El himno de Félix María del Monte, contrario a lo sucedido con el de Reyes y Prud - Homme, no caló en el gusto del pueblo, y nunca logró el reconocimiento oficial, y ello se debió, posiblemente, a que la referida pieza poética, más que dominicana, mejor puede considerársele como un canto antihaitiano y prohispánico, carente por completo de un genuino sentimiento dominicanita.

En los primeros años de su creación, el Himno Nacional tuvo poca difusión. Apenas se escuchaba en la ciudad capital y sólo los días 27 de febrero y 16 de agosto de cada año.
Al decir del maestro José de Jesús Ravelo, es en 1894, año en que se celebró el cincuentenario de la Independencia Nacional, cuando realmente se inicia la popularidad del Himno, debido a las muchas veces que hubo que ejecutarlo para solemnizar los diferentes actos que se desarrollaron como parte de dicha celebración.

Luego se oye en Azua, después en Puerto Plata y en el Cibao se difunde con motivo de inauguración el Ferrocarril Santiago - Puerto Plata, celebrada el 16 de agosto del 1897. En este mismo año, el Congreso Nacional resolvió declararlo oficialmente mediante ley, Himno Nacional de la República Dominicana. Para entonces gobernaba el país el general Ulises Heureaux (Lilís), el cual engavetó, en lugar de promulgar la ley, dándole así oportunidad al dictador Trujillo de consumar la oficialización definitiva del Himno el día 30 de mayo de 1934.

“Trujillo - apunta Arístides Incháustegui - oficializó el Himno, lo que no pudo conseguir fue formar parte de sus versos”. Extraño comportamiento este, asumido por un gobernante que aprovechó su mandato presidencial para “trujillizar” al país, identificando con su nombre o el de algún pariente cercano, a pueblos, calles, parques, instituciones, etc. y que incluso fue capaz de modificar nuestra Constitución para cambiar el nombre de Santo Domingo, capital de la República, por el de Ciudad Trujillo.

No faltaron, naturalmente, poetas serviles que animados por el solo propósito de conseguir o mantener intacto el favor del jefe propusieron insertar el nombre de este en una de las estrofas del Himno. A tono con esa idea, el ya citado tenor e historiador dominicano afirma que:

“En vez, cuando algún poeta llegó tan lejos como a ofrecer, para su inclusión en el Himno Nacional: 'Trujillo creador de la paz', el pueblo que sabía que Trujillo no había creado nada (y mucho menos la paz), guardó silencio, y hasta los incondicionales de siempre prefirieron respetar ese silencio” (Eme, Eme, No. 17, Pág. 95).

Con ese silencio, el Himno Nacional, composición musical consagrada por la ley No. 700, de fecha 30 de mayo del 1934, se convirtió en uno de los pocos valores nuestros que Trujillo respetó.


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