José Manuel Castillo, director Noticias A Tiempo. Whatsapp: 8098160105, josemlct11@hotmail.com. Santiago, República Dominicana.

martes, 10 de junio de 2014

En Santiago, el crimen y la violencia pasaron a la vida cotidiana de manera "rápida, intensa y creciente"

Alfonso Torres
Fuente, http://www.7dias.com.do/

SANTIAGO, República Dominicana.- Santiago siempre fue esa ciudad tranquila y acogedora de la que sus habitantes exhibían el orgullo de ser la primera de América con el hidalgo nombre y de diferenciarse de la capital por la amabilidad de su gente, el ordenamiento de su territorio y el desarrollo económico, hasta que un viernes de junio de 2006 el sosiego se fue a pique con la noticia de que la joven de 18 años Vanesa Ramírez Fañahabía sido asesinada a tiros por dos jóvenes de casi su misma edad para robarle su celular.

El hecho estremeció tanto a la ciudad corazón que desde entonces se ha tomado como parámetro para marcar un antes y un después en materia de violencia y seguridad ciudadana. Vanesa era de clase media alta y se convirtió en símbolo de la lucha contra la delincuencia, los sectores acomodados se unieron en llanto y hasta llegaron a pedir venganza. La Policía desencamó y presentó a los asesinos encabezados por un apodado Medio Polvo como trofeo de la guerra desatada contra la delincuencia común.

Han pasado ocho años de aquel horrendo crimen que parece que fue ayer y la situación más que apaciguarse da señales de agravamiento.


Apretujados, sin agua potable ni energía eléctrica, sin servicio sanitario y en medio de la basura y el lodo, viven en esta zona de 333 kilómetros cuadrados 150,000 habitantes, según el censo de la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE) elaborado en 2010, pero que según datos de entidades privadas en la actualidad alcanza un total de 243,000 almas, en su inmensa mayoría abandonas en la más absoluta miseria.

Son las 11:00 de la mañana en la calle principal de Cienfuegos, la zona más poblada y marginada de Santiago. Policías en casi todas las esquinas, la muchedumbre se agolpa en el mercado y los callejones lucen atiborrados de menores.Juana Frías teme hablar, no quiere fotos, sus ojos parecen brillar cuando se le pregunta por uno de sus ocho hijos caídos a mano de la Policía en un supuesto intercambio de disparos. Vagamente expresa que Chelo, como lo conocía todo el mundo, se crió en la calle y era el que la mantenía porque los demás, tres hembras y cuatro varones, le salieron "malísimos". Pese a todo, la mujer dice sentirse cómoda en el barrio porque "los tigueres me meten la mano".

Como Juana, una cantidad apreciable de mujeres que se van acercandoconfiesan que apoyan a los "tigueres" que se dedican a la venta de drogas en el barrio porque "son los únicos que nos protegen de los policías abusadores". Algunos de esos "tigueres" también se acercan, interrogan,se ponen "moca" y tras algunos minutos develan la actividad ilegal a la que se dedican. Hablan en el mismo código de la violencia con la que dicen también los trata la Policía. "Esto es una guerra manín, o ello’ o nosotro’, pero no e veidad que no van a seguir robando lo de nosotro’", manifiesta un joven de 16 años exhibiendo una pistola y detallando los precios de la onza de mariguana y del gramo de perico.

Se podría pensar que se trata de un caso aislado, pero adentrarse por los callejones de Cienfuegos es descubrir un mundo sórdido hecho natural para una gran parte de la juventud que ni trabaja ni estudia. Apretujados, sin agua potable ni energía eléctrica, sin servicio sanitario y en medio de la basura y el lodo, viven en esta zona de 333 kilómetros cuadrados 150,000 habitantes, según el censo de la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE) elaborado en 2010, pero que según datos de entidades privadas en la actualidad alcanza un total de 243,000 almas, en su inmensa mayoría abandonas en la más absoluta miseria.

La cantidad alcanza el 20% de la población total de la provincia Santiago, la más poblada del país después de Santo Domingo, y también una donde la tasa de muertes violentas es mayor.

En segundo lugar del ránking de la marginalidad, factor asociado por los expertos al índice de la criminalidad, se encuentra la zona sur, bautizada como “La pequeña Asia”. Los barrios emblemáticos de esta zona sonPekín, Vietnam, Corea y Camboya que colindan con más de 20 sectores diferenciados por sus barrancones, hondonadas y callejones. En La Ceiba al mediodía una enramada convertida en bar ahoga en bachata y endembow la necesidad de una decena de mujeres jóvenes que sirven la cerveza a igual cantidad de mesas repletas de varones. Resalta el móvil del intercambio que ocurre a la vista de todos.

Mientras tanto, el vocero policial de Santiago explica los nuevos planes del organismo para combatir la delincuencia en los barrios de la ciudad, donde cada vez son más espectaculares los atracos, asaltos, secuestros y muertes.

Ciudad violenta

De acuerdo con los datos de la Procuraduría General, Santiago es una de las provincias donde ocurren más muertes violentas. Según el último informe preliminar que abarca el periodo enero-abril de 2014, de las 624 muertes violentas ocurridas en todo el país (para una tasa de homicidios por cada 100,000 habitantes de 18.04) en Santiago se registraron 64 (incluyendo siete en "acción policial"), para una tasa de 17.41.

En 2013 la Procuraduría registró 170 homicidios en Santiago (una tasa de 15.61) y en 2012 un total de 207 (con una tasa de 19.26).




Un reporte de la organización no gubernamental Voluntarios por la Seguridad de Santiago (VOSES) indica que los sectores con mayor índice de criminalidad de la provincia son Cienfuegos, los ensanches Bermúdez, Libertad, Mella I y Mella II y los Jardines Metropolitanos. Para Marcos Cabral, presidente de VOSES, la seguridad ciudadana constituye "una gran preocupación social". Considera que aunque en el caso de Santiago se registra una cierta estabilidad en la cantidad de muertes violentas en los últimos años se observa una cierta tendencia alcista.

El conteo de la entidad establece 260 homicidios en 2005, 183 en 2006, 177 en 2007, 249 en 2008, 216 en 2009 y 216 en 2010.

Cabral entiende que el desafío de las autoridades y la sociedad civil es llevar estos números a la mitad, que era la cantidad de muertes violentas que se registraba hace seis años.

Peros los registros públicos y privados solo dan cuenta de la cantidad de víctimas resultante del clima violento que con el tiempo ha ido presentado la sociedad dominicana en general. La antropóloga Tahira Vargas valora la utilidad de las cifras, pese al sesgo derivado de provenir exclusivamente de la Policía Nacional y de la Procuraduría, porque con ellas se tiene una idea de cómo ha ido en aumento el fenómeno de la violencia, la criminalidad y la delincuencia, pero acota que se trata de una problemática que debe ser vista más allá de los datos registrados introduciendo la perspectiva histórica para mostrar que se ha tornado más compleja debido a que no ha sido intervenida en sus causas económicas, sociales y judiciales.


De acuerdo con el estudio, es sintomático la conformación progresiva de un clima de violencia en las dos últimas décadas, siendo los jóvenes entre 16 y 29 años las principales víctimas.

"La delincuencia está estrechamente vinculada a las redes de poder", expresa Vargas al cuestionar las lecturas dominantes sobre el fenómeno. En ese sentido, refiere que "la violencia y la criminalidad están presentes en nuestra vida cotidiana desde hace años y se incrementa por la relación existente entre la forma de hacer política, la corrupción de las autoridades y de quienes controlan el poder".

Causas

Un estudio sobre la seguridad ciudadana elaborado por el sociólogo José Oviedo para la ONE con base en los datos del censo, ahonda en los procesos y los contextos socioeconómicos que explican las causas de la violencia y la delincuencia en el país.

"La República Dominicana ha experimentado una tendencia creciente de la tasa de homicidios desde la década de los ochenta, particularmente desde fines de los noventa (...) en 1984 la tasa de homicidios era de 9.2%, elevándose a 12.4% a principios de los años noventa. Mientras que en 1995 la tasa de homicidios era de 12.7%, considerada como mediana en la región; (posición número 13 de los países de Latinoamérica), dicha tasa subió a 14.3 en 1999 y a 26.41% en 2003", indica el informe analítico al establecer que los arrestos por homicidio tuvieron alzas anuales que promedian 195% en la década de los noventa. Los asaltos violentos crecieron en 28% de promedio anual en el mismo periodo. Entre los años 2002 y 2005, las muertes violentas aumentaron de 14.5% a 26.4%, indicador que incluye las muertes en enfrentamientos en supuestos intercambios de disparos entre policías y civiles".

Oviedo explica que entre los años 2000 y 2004 la tasa de homicidios se colocó a nivel intermedio, entre las más altas de América Latina. "Lo cierto es que ya en 2003, una tasa de homicidios de 22% nos colocaba definitivamente entre las más altas de la región".
De acuerdo con el estudio, es sintomático la conformación progresiva de un clima de violencia en las dos últimas décadas, siendo los jóvenes entre 16 y 29 años las principales víctimas, un problema que desborda "las capacidades analíticas, estratégicas y operativas del Estado dominicano" para garantizar la integridad física y la seguridad ciudadana. "Dichas capacidades han sido puestas en jaque por problemas de violencia social", que "de tener un bajo perfil hace menos de 20 años, pasó a la escena primaria de la vida cotidiana de manera rápida, intensa y creciente".
En la perspectiva de Oviedo, las actividades delincuencias en términos socio-espaciales se concentran en las ciudades con mayor urbanización y densidad demográfica, entre las que Santiago ocupa un lugar de principalía y donde resaltan los grandes cinturones de miseria que rodean los residenciales lujosos, como en el que vivía la joven de 18 años Vanesa Ramírez Faña, cuya vida le fue arrancada a tiros por Medio Polvo para robarle su celular hace ocho años y parece que fue ayer.

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