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lunes, 19 de enero de 2015

La CELAC como instrumento de integración regional

Redacción – EquipoCritica.org

La Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe debe rastrearse históricamente, más allá de los intentos recientes como lo fueron: Contadora (1983) y Grupo de Río (1986), entre otros similares. Este rastreo histórico corresponde, más bien, a los sueños de integración fundados en el imaginario de Simón Bolívar primero y José Martí después. Una unión de estados latinoamericanos en clara oposición a las prácticas imperialistas de Estados Unidos que desde el siglo XIX asolaban esta región, de acuerdo a los fundamentos de la Doctrina Monroe y el Destino Manifiesto.


Más allá de las disimilitudes entre los gobiernos y los sistemas políticos, lo cierto es que este esfuerzo por concertar a los estados latinoamericanos desde una visión “del sur”. Esto es fundamental tomando en consideración que, por vez primera, se logra conformar un organismo completamente desligado de los Estados Unidos y Canadá; pero especialmente del primero, debido a la injerencia constante durante el último siglo, por todos conocida.

¿Es importante la naturaleza de la CELAC o la razón y circunstancias de su surgimiento? En parte sí. Las áreas de trabajo son trascendentales en el desarrollo económico, político y social de la región. Quizás, este impulso signifique una mayor independencia respecto al norte que el seguido hasta hoy, el cual está marcado por la política exterior estadounidense, que plantea sus líneas de dirección desde sus organismos de seguridad y control interno. Pero, es tal vez, el eje de la política alternativa, lo que más molesta a Estados Unidos. La CELAC surge como una iniciativa del ALBA para la unión de los pueblos y lo cierto es, más allá de las diferencias que pueda tenerse con ese órgano y sus representantes, que el esfuerzo es loable en tanto se busca defender la soberanía de un conjunto de países que nacieron al unísono hace ya doscientos años.

CELAC marca un distanciamiento saludable de las relaciones con Estados Unidos, mediante la búsqueda de soluciones y alternativas al desarrollo desde una visión puramente latinoamericana. Es un parteaguas, incluso, respecto a los organismos tradicionales de reunión del continente, tal es el caso de la Organización de Estados Americanos, muy estrecha con la línea política de los Estados Unidos. Por lo tanto, esta búsqueda de puntos en común desde la diversidad de sistemas políticos, puede traer elementos favorables en áreas fundamentales como la economía. La cooperación en este y otros asuntos es menester en aras de conformar un bloque sólido que se enfrente a los desafíos de la globalización salvaje, tal y como se muestra hoy en día.

Todo lo expuesto hasta aquí no lo dice quien escribe, el mismo Noam Chomsky (2015) reproduce lo demostrado hasta ahora en una entrevista con la periodista Louisa Reynolds al afirmar que

“Estados Unidos no es capaz de injerir directamente como hacía antes. Con la injerencia pasada lograron desarticular, en cierta medida, los movimientos populares. En el pasado, Estados Unidos reprimió prácticamente cualquier intento de independizarse, generar justicia social y establecer gobiernos democráticos. En la actualidad, Estados Unidos tiene menos capacidad, menos necesidad de intervenir, y la región se ha vuelto más independiente.”

Ahora, debe hacerse una aclaración crítica. Suponer que treinta y tres personas van a solucionar los problemas regionales es un absurdo. La realidad y la historia lo reflejan palpablemente. El camino que ha de seguirse en el movimiento social latinoamericano es aprovechar la plataforma ya estructurada con el fin de ir creando, desde las bases de esa sociedad, los lazos de interacción y transformación política, económica y cultural, con el fin de desarraigar las viejas prácticas intervencionistas del norte que aún prevalecen.

El fin del bloqueo cubano forma parte de esos cambios políticos que se están gestando. Estados Unidos se debilita en América Latina, los métodos otrora utilizados ya no son las formas “políticamente correctas”, ahora más que nunca desde que salieran a la luz los escándalos de sus organismos de seguridad como la CIA. La agresión constante, los bloqueos, las dictaduras, la propaganda, las amenazas, forman parte del pasado. El norte asume ahora nuevos retos en su lógica geopolítica frente a China y Rusia, cada vez más involucrados en las diferentes economías nacionales.

Solo el tiempo dirá si este fenómeno llamado CELAC logra prosperar. Este compromiso trasciende los gobiernos, involucra a los pueblos, los realmente mancillados y ofendidos con el intervencionismo agresivo y grosero de décadas atrás. Es una oportunidad para construir desde adentro y desde abajo.

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