Grisbel Medina R.
Fuente, Listin Diario
De una galería campestre surgió la sentencia: “Un Presidente que se preocupe por la educación es lo que necesitamos. Mire uté, esos muchachos salen a las cuatro y le dan comida. Danilo debe mantenerse ahí hasta el 2020”, soplaba un compadre al grupito reunido en ruta a la cascada El Limón.
No es cuento, Danilo está frío, como el agua del río, en campo y ciudades, pues aprobaciones por doquier, surgen espontáneamente entre gente de distintas corrientes.
Esta semana, dos piezas claves del gobierno de Danilo Medina Sánchez, inquilinos privilegiados de su mesa de trabajo, aseguran que hay tiempo para tejer la compleja madeja de la reelección presidencial y de paso favorecer que Medina sea candidato.
En eso, la cúpula eclesial batea en contra porque la Carta Magna “no es una ley adjetiva sino la Carta Sustantiva”.
Mientras corre la tinta, es el PLD, el partido de Danilo, la organización con mayor cantidad de candidatos a la presidencia y en Santiago a la apetecible alcaldía, sin detallar los numerosos carteles anunciando rostros extraños aspirando a diputaciones.
Al panorama, súmele la eterna aspiración del león, Leonel Fernández, que sigue rugiendo a escala nacional e internacional, granjeándose curules, disertando en cuanto foro le permita aplauso, loas y micrófono. Solo el match Leonel vs Danilo merece amplios capítulos.
El pasado miércoles, un movimiento que se hace llamar “El pueblo manda”, apostó su marea humana frente al Congreso para demandar –con propuesta de modificación a la Constitución- que la comunidad legislativa acoja el texto anterior a la reforma de 2010 que establece la posibilidad de una reelección presidencial y la etiqueta “nunca más”.
En eso, una leonelista en potencia confía en que Danilo no podrá repostularse porque no alcanza mayoría en el templo congresual.
Y que la mejor prueba fue el match por el tema del aborto donde hubo tranque y voló una sotana. El silencio del Presidente no permite adivinar si va o mantendrá la promesa de regresar a casa tras sus cuatro años en el Palacio Nacional. Lo que si me atrevo a jurar es que una reelección sale cara, muy cara y no por el tema del tiempo. Es un asunto de papeleta extrema.
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