Salvador Allende. |
Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor.
Salvador Allende
Fuente, http://www.psuv.org.ve/
El 11 de septiembre de 1973 un brutal golpe de Estado fascista derrocó al gobierno popular y democrático del presidente Salvador Allende en Chile, poniendo fin a una experiencia de profundos cambios a favor de los más desposeídos, dando inicio a una feroz dictadura que sojuzgó por largos 17 años al pueblo chileno.
Allende había llegado al poder el 4 de septiembre de 1970 apoyado por la Unidad Popular, un conglomerado de partidos de izquierda que se proponía establecer un camino no violento hacia un Estado socialista usando medios legales (la vía chilena al socialismo), e impulsar proyectos como la nacionalización del cobre, de las áreas claves de la economía y la aceleración de la reforma agraria, en medio de la polarización política internacional de la Guerra Fría y de un grave sabotaje económico y financiero promovidos por la contrarrevolución externa e interna.
EE.UU. seguía con atención a Allende desde antes que ganara las elecciones el 4 de septiembre de 1970, pero intensificó sus acciones luego que se concretara su triunfo en las urnas.
De acuerdo al historiador de la Universidad de Chile, Sergio Grez, “EE.UU. comenzó a mover sus piezas en concomitancia con la extrema derecha chilena”, esfuerzos a los que más tarde se sumarían los partidos de derecha y sectores de la Democracia Cristiana que se oponían al gobierno de la Unidad Popular.
El golpe se fraguó con activa participación de sectores civiles, como el gremio de camioneros; medios de comunicación, como El Mercurio, cuyo dueño Agustín Edwards se había reunido con el mismísimo presidente Richard Nixon; y de grupos ultra fascistoides.
El Golpe
Allende está en su casa de Tomás Moro con algunos de sus asesores principales: Augusto Olivares, el periodista; Orlando Letelier, ministro de Defensa; Joan Garcés, asesor español privado, entre otras personas. Mientras comían con su esposa e hijas, empiezan a recibir llamadas de distintas partes del territorio nacional y de algunos dirigentes de partidos de la UP, quienes indicaron que han recibido información de que se están movilizando tropas. Los ministros tratan de chequear esta información. Allende, hasta ese instante, confiaba en la lealtad del general Pinochet, de los carabineros y de algunos generales. Así lo había manifestado a algunos colaboradores. Consideraba que parte importante del Ejército, si no todo, y al menos carabineros, respaldarían al gobierno de la UP. Solo tenía desconfianza y temor de la Armada y de la Fuerza Armada Chilena (FACH).
Advertido que en la madrugada del 11 de septiembre, las Fuerzas Armadas habían tomado Valparaíso, el presidente Allende se dirige hacia La Moneda a las 7:20 a.m. desde su residencia en Tomás Moro, acompañado del Grupo de Amigos del Presidente (GAP), su servicio de guardia personal.
Veinte minutos después, el mandatario ya se encontraba en la Casa de Gobierno y emite su primer mensaje a la nación, a través de Radio Corporación, informando sobre un “levantamiento de la marinería”.
Sin embargo, al poco rato, el teniente coronel Roberto Guillard lanza la primera proclama militar, por medio de la denominada “Cadena Democrática”, formada por Radio Minería y Agricultura, donde emplaza a Allende a dejar su cargo en manos de las Fuerzas Armadas y Carabineros, quienes iniciarán “la histórica y responsable misión de luchar por la liberación de la Patria del yugo marxista, y la restauración del orden y de la institucionalidad (…)”.
La declaración, fue firmada por Augusto Pinochet Ugarte, en representación del Ejército; Toribio Merino Castro, por la Armada; Gustavo Leigh Guzmán, por la FACH, y César Mendoza Durán, por los Carabineros.
El mensaje del coronel Guillard también daba un ultimátum para quienes se encontraban a esa hora en La Moneda: si no desalojaban antes de las 11, el palacio sería atacado “por aire y por tierra”.
Una vez que el personal abandona el lugar, en su mayoría mujeres y las dos hijas del mandatario, Beatriz e Isabel; Salvador Allende dirige sus últimas palabras al país por Radio Magallanes, la única emisora pro UP no silenciada a esas alturas del golpe, asegurando, tal como ya se lo había indicado a los golpistas, “que no se rendiría”.
Mientras los tanques abren fuego contra el palacio de Gobierno, enfrentándose a miembros del GAP, el vicealmirante Patricio Carvajal comunica a Augusto Pinochet la voluntad de Allende a “parlamentar”. Aunque Pinochet confirma que sigue en pie la oferta de sacarlo del país, “el avión se cae, viejo, cuando vaya volando”, agrega.
Alrededor del mediodía, la amenaza se cumple. Los Hawker Hunter de la FACH, comandados por Mario López Tobar, disparan cuatro cohetes sobre La Moneda, mientras otro grupo hace lo suyo en la casa de Allende.
El resultado en La Moneda es devastador, aunque siendo las 2:30 de la tarde, los que quedan en el segundo piso del palacio insisten en no rendirse, pese a que el primer piso está tomado por los militares. Allende insta a su círculo cercano a bajar, afirmando que él lo hará al final.
A las 3 se declara toque de queda en todo el territorio nacional, y a las 6 de la tarde los comandantes de la Junta se reúnen en la Escuela Militar, celebrando la toma del poder del país.
En lo siguiente, se declararon proscritos el Partido Comunista y Socialista, mientras los restantes conglomerados fueron suspendidos con la disolución del Congreso.
En zonas rurales se detuvo a varios de los dirigentes de la Reforma Agraria, quienes en muchos casos fueron ejecutados en el mismo lugar de su detención. Se llamó a delatar a los adherentes del Gobierno por “traición a la Patria” y a aquellos que tuvieran cargos en organizaciones sociales a entregarse a las comisarías “para regularizar su situación”.
Se allanaron fábricas, reparticiones públicas y poblaciones como La Legua, La Victoria y La Bandera, donde sus pobladores fueron detenidos en masa. Al interior de la ex Universidad Técnica del Estado, actual Usach, hubo enfrentamientos con académicos y estudiantes y fue allí donde se detuvo al cantautor Víctor Jara.
Se iniciaba así una de las más cruentas dictaduras fascistas de nuestro continente, sustentada por la fuerza las lógicas del neoliberalismo y gran capital, revirtiendo así las grandes conquistas que en tan solo tres años habían alcanzado los trabajadores chilenos a través de la organización y el poder popular.
Chávez sobre Allende
El Comandante Hugo Chávez, afirmó el 11 de septiembre del año 2012 que los procesos de transformaciones sociales en América Latina reivindican el esfuerzo y el sacrificio de Salvsdor Allende
“Para un revolucionario, para un bolivariano, es imposible que esta fecha pase sin rememorarla o reflexionarla”, sostuvo.
Lecciones del proceso chileno
Con este golpe criminal y asesino, planificado y ejecutado por el gobierno de los Estados Unidos, la oligarquía y las fuerzas armadas de Chile, truncaron la voluntad popular y el camino pacífico al socialismo, para imponer una feroz dictadura militar fascista y por primera vez establecer el neoliberalismo en un país de América Latina. Quedó demostrado una vez más, que la democracia burguesa, solo es respetada por las clases dominantes, mientras no sean puestos en riesgo sus privilegios y su supuesto “derecho” de explotar a los trabajadores, subyugar a los pueblos, saquear sus presupuestos nacionales y sus riquezas naturales.
Lo mismo intentó hacer el imperialismo norteamericano y la oligarquía venezolana a él subordinada, 29 años después, el 11 de abril de 2002, cuando desataron el golpe militar contra el gobierno legítimo del Presidente Chávez; golpe que fue derrotado por la participación activa y heroica del pueblo que se movilizó espontánea y masivamente desde los barrios y que, en unión cívico-militar, obligó a la restitución del Comandante Chávez en la Presidencia de la República.
Las mismas fuerzas reaccionarias realizaron, -con igual objetivo de derrocar al Presidente Chávez-, el paro petrolero de diciembre 2002-marzo de 2003, el cual una vez más fue derrotado por la acción del pueblo en unidad cívico-militar. Esta vez con la participación protagónica de los trabajadores de la industria petrolera, que en contra de los gerentes, tecnócratas y gran parte de los empleados administrativos, ejercieron como Poder Popular, para reactivar las refinerías y toda la industria petrolera.
La historia nos muestra claramente que las clases dominantes y los países imperialistas, dejan sus contradicciones de lado para actuar en alianzas internacionales y destruir a los gobiernos revolucionarios que pongan en riesgo su hegemonía, así hayan sido elegidos democráticamente. Así ocurrió contra la Revolución Francesa a finales del siglo XVIII, contra la revolución Bolchevique desde 1917 y contra la revolución cubana desde 1959.
Es claro que mientras exista imperialismo, siempre y por todos los medios posibles, éste tratará de destruir toda revolución democrática y popular que pretenda avanzar al socialismo. Solo la fuerza organizada y consciente del pueblo, el Poder Popular, la unión cívico-militar, la preparación permanente y la solidaridad internacionalista de las fuerzas populares y revolucionarias, garantizarán la independencia y soberanía nacional, la continuidad de la revolución.
Allende Vive
Allende hoy ha trascendido la muerte dando un ejemplo de coraje y valentía a los pueblos del mundo en la determinación y defensa de sus más nobles ideales. ¡Viva Allende! ¡Viva el pueblo Chileno!
Texto: Silvestre Montilla
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