Dr. Alfredo Acevedo
Especial/Noticias A Tiempo.Net
E-mail: josemlct11@hotmail.com
El autor es médico sexólogo
Aquel día 12 de octubre del 1492 en que Rodrigo de Triana, con la euforia propia del que se ve a salvo de la desesperanza voceó tierra, no visualizó más de lo que sus ojos les permitían ver de dicho espacio geográfico. En cambio tú, ideólogo de la nación dominicana, tú, hombre visionario, tú, Juan Pablo Duarte que concebiste la idea de una República Dominicana igualitaria en derechos y deberes para todas y todos sus habitantes, nunca pensaste que la desigualdad social entre mujeres y hombres imperaría en todo el haber histórico de la nación dominicana. Una nación en que la misoginia ha sido la vía transitada por sus autoridades desde aquel 27 de febrero del 1844 en que Mella hizo el disparo que marcó la independencia pura y simple. Desde entonces y hasta hoy, la desigualdad social entre hombres y mujeres cada vez es más distante, en franca violación a los derechos humanos de estas.
Y es que al conjugar el pasado y presente de la mujer dominicana en República Dominicana, a la vista salta la ignominia fruto de la misoginia enraizada en las autoridades dominicanas: feminicidio, mortalidad materna, embarazo en adolescentes, desigualdad de oportunidades en detrimento de las mujeres en relación a los hombres... Créeme, Juan Pablo, cuando te digo que en la patria que forjaste, no se educa en prevención y atención de la violencia, en especial la violencia intrafamiliar y por razón de género. Créeme, Duarte, que las unidades de salud en atención primaria y secundaria carecen de psicólogas y psicólogos, sexólogas y sexólogos que aborden la problemática psicosexual de la familia, que brinden servicios en prevención y atención de la violencia intrafamiliar y por razón de género. Razón fundamental por la que en estos temas la República Dominicana está en los primeros lugares del marcador. Un marcador que la sitúa como una sociedad incrustada en la edad media con pensamiento y acción de la sociedad primitiva.
Por ende, es preciso que en la tierra de Evangelina Rodríguez, Minerva Mirabal y Mamá Tingó, se implemente para todas y todos la educación continua en equidad de género, prevención y atención a la violencia, especialmente la violencia intrafamiliar y por razón de género, educación y atención psicosexual proporcionada por el ministerio de salud pública para reducir al mínimo los feminicidios, los embarazos en adolescentes, la mortalidad materna y la desigualdad social entre mujeres y hombres.
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