José Manuel Castillo, director Noticias A Tiempo. Whatsapp: 8098160105, josemlct11@hotmail.com. Santiago, República Dominicana.

lunes, 21 de marzo de 2016

LA VISITA DEL PRESIDENTE OBAMA A CUBA: RAZONES PARA EL OPTIMISMO

Obama se toma un cóctel en
La Bodeguita del Medio
 en La Habana Vieja.
POSICION DEL MIU SOBRE VISITA OBAMA A CUBA

“Será un encuentro importante, dígase lo que se diga, y el mejor de los finales posibles para una confrontación que, incluso, puso al mundo al borde del holocausto nuclear en 1962”. Miguel Mejía, secretario general.

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Santo Domingo, R.D.- Quien llega a La Habana, por estos días, para iniciar una visita oficial a Cuba, no es un procónsul imperial, ni un general de Marines en función invasora. Tampoco pisará suelo de una colonia, ni de una posesión de ultramar humillada y cabizbaja, sino de una isla rebelde que por 57 años ha mantenido y defendido un proyecto de nación revolucionario y disidente con respecto al orden mundial que encarna, como pocos, el presidente Barack Obama.

Como era de esperar, y siempre sucede con los temas vinculados con Cuba, este acontecimiento histórico y raro, ha levantado las más variadas opiniones y pasiones encontradas. Al parecer, la mayoría se inclina por saludar el reencuentro de dos naciones enfrentadas en una larga y sorda batalla que comenzó, también como era de esperar, cuando la naciente Revolución cubana tuvo la osadía de nacionalizar y expropiar los latifundios y grandes extensiones de tierra, muchas de ellas en manos de compañías azucareras norteamericanas, para entregarlas a los campesinos en el marco de la Reforma Agraria.



En un continente, considerado el traspatio estratégico de los Estados Unidos y habitado por millones de campesinos sin tierra, semejante “mal ejemplo” no podía ser tolerado. Desde entonces data la política de hostilidad intransigente que ha caracterizado a la mayoría de las administraciones norteamericanas que se sucedieron, hasta la actual de Barack Obama, heredero del bloqueo a Cuba, un lastre anti político, ilegal e inmoral, que lejos de acabar con la Revolución, suscitó el apoyo de las naciones y pueblos del mundo, con contadas y vergonzosas excepciones, y tuvo como resultado el descrédito y aislamiento de los propios Estados Unidos.

Contra Cuba y su pueblo revolucionario se han probado todas las armas y métodos del arsenal norteamericano, desde las campañas de propaganda y la guerra cultural, hasta las invasiones, los sabotajes, el bloqueo, la guerra biológica y bacteriológica y los intentos de magnicidio. Ninguna logró el objetivo propuesto, sino más bien lo contrario: hicieron más unido, consciente y combativo al pueblo cubano y su dirigencia. 

Con semejante telón de fondo iniciará el presidente Obama su histórica visita a Cuba. Es cierto que ha declarado que se trata de un cambio de táctica, y no de estrategia, a lo que la dirigencia revolucionaria cubana ha respondido que conoce al dedillo sus tácticas, sus estrategias, sus intenciones y sus deseos, y que lleva más de medio siglo acumulando experiencias de lucha contra ellas y obteniendo victorias. A la vez, nadie puede pretender que los rigores de esta dilatada confrontación, cuya principal víctima es el pueblo cubano, se prolonguen hasta el infinito, cuando puede lograrse un justo restablecimiento de los vínculos y la normalización de relaciones comerciales y de todo tipo, sobre la base del respeto 



estricto a la soberanía, la autodeterminación y la independencia de la isla.

De ambos lados del estrecho de la Florida, por motivaciones muy diferentes, hay quienes se pueden oponer, y se oponen, a la visita de Obama, aferrados a estereotipos y épocas ya pasadas. Es su derecho y es comprensible, solo que así no piensa la inmensa mayoría de los pueblos cubano y norteamericano, ni del resto de las naciones del planeta. Solo el diálogo respetuoso, de igual a igual, es el camino de la convivencia civilizada, y garantía de paz y prosperidad. A ese objetivo debe dirigirse la acción de gobernantes y gobernados, sin obviar que se mantienen, y se mantendrán, profundas divergencias en temas esenciales, como el de una verdadera comprensión de los derechos humanos y sociales, problemas ideológicos, visiones del mundo y de la sociedad.

Estados Unidos es la nación capitalista más poderosa del Planeta, mientras que Cuba construye, con enormes sacrificios, un modelo socialista, alternativo de desarrollo y organización social. Ambos sistemas, como se ha demostrado, pueden convivir en paz, incluso, cooperar. Desde este ángulo, a pesar del tributo que obligatoriamente tiene que pagar con sus declaraciones para apaciguar al establishment, Obama ha demostrado ser un presidente independiente y coherente con respecto a Cuba, y por sus acciones y su histórica visita será acogido con respeto y reconocimiento por el pueblo cubano, por el liderazgo de la Revolución y el Partido Comunista de Cuba, los cuales, dicho sea de paso, jamás fueron, ni son antiamericanos, sino firme y declaradamente antiimperialistas, con toda razón y derecho.



Será un encuentro hermoso, dígase lo que se diga, y el mejor de los finales posibles para una confrontación que, incluso, puso al mundo al borde del holocausto nuclear en 1962. Hay temas pendientes, como la eliminación paulatina del bloqueo, la devolución del territorio que ocupa la base naval de Guantánamo, entre otros. 

Hay heridas que cerrar y memorias que fortalecer contra el olvido. Hay un camino de esperanza y optimismo para dos pueblos vecinos y cercanos, enlazados por la historia y la cultura. Habrá escollo, obstáculos y retrocesos en el camino, pero la visita de Barack Obama a Cuba socialista es una señal inequívoca de los nuevos tiempos y la prueba de que, a pesar de los pesares, Cuba va. 







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