Por Rosa Miriam Elizalde/Cuba Debate
Más de 68 000 cuentas falsas recién creadas operaron en Twiter en la última semana para acompañar el golpe de Estado en Bolivia, de acuerdo con una investigación realizada por Julián Macías Tovar, responsable de redes sociales de Unidas Podemos, en España.
Cuando está en pleno desarrollo la violación masiva de la libertad de expresión, tras la censura a los medios bolivianos y la persecución de comunicadores nacionales y extranjeros, el estudio aporta evidencias contundentes sobre el despliegue de tácticas militares a gran escala para inundar de propaganda las redes digitales, que obedecen a una operación estratégica previa al golpe de Estado y que se encuentra en acción.
Aunque el uso de robots para amplificar mensajes viola las políticas de Twitter y ya otros investigadores han denunciado estas operaciones, como Luciano Galup, en el diario argentino Página 12, los sistemas antiSpam de la plataforma aún no se han dado por enterados.
Se trata de un volumen descomunal de cuentas emergentes, con puntos de origen similares, que no tienen un comportamiento orgánico. Las cuentas orgánicas en Twitter refieren a personas reales que se expresan de manera natural en la red, mientras estas cuentas falsas son generadas desde laboratorios y de manera programada con sistemas de inteligencia artificial.
De acuerdo con Julian Macías, la cuenta de Luis Fernando Camacho pasó en los últimos 15 días de 3000 a 130 000 seguidores, de los cuales más de 50 000 son perfiles recién creados en noviembre de 2019, de acuerdo con la investigación.
La autoproclamada presidenta Jeanine Añez pasó en las dos últimas semanas de 8 000 seguidores a casi 150 000 seguidores, de los cuales más de 40 000 son cuentas falsas recién creadas.
Estas cuentas tienen entre cero y un seguidor, y divulgaron noticias falsas (fake news) con apoyo logístico internacional. De acuerdo con Macías, al sumar el número de cuentas recién creadas que seguían a Camacho y Añez, aparece una comunidad de 68 000 perfiles registrados este mes en la plataforma.
La mayoría de estas cuentas fueron creadas antes del 10 de noviembre, día en que los militares exigieron la renuncia del presidente Evo Morales y se desencadenó el golpe de Estado con el inicio de una violenta represión en Bolivia, que ha cobrado la vida de más de 20 personas y otras 700 han resultado heridas.
El número de cuentas seguramente aumentará al seguir analizando las que hayan participado en los HT (hashtag o etiquetas) de ataque a Evo y en los RTs (retuits) a tuits virales que apoyaban el golpe de Estado, asegura Macías.
Otro dato curioso que advierte el investigador: una cuenta estadounidense que simula ser el perfil de Robert de Niro, con un video de un manifestante herido, “podría ser una producción simulada, ya que no se ve el origen, lo más curioso es el agradecimiento al Sr. de Niro por atacar a Evo Morales”.
A mi juicio, 68 000 cuentas en Twitter no se pueden crear de la noche al día sin la intervención de las agencias de los Estados Unidos y la complicidad de la plataforma de redes sociales. Cualquier acción coordinada que genere un tráfico masivo y abrupto desata las alarmas en las operadoras de telecomunicaciones, que pueden interpretar que se trata de un ciberataque.
Con hashtags como #EvoAsesino, #EvoDictador #EvoEsFraude o #NoHayGolpedeEstadoenBolivia, estas cuentas intoxicaron la conversación social con mensajes de “Evo Morales es un corrupto” y acusaciones de haberse “robado” las elecciones de octubre. También celebraron la asunción a la presidencia de Jeanine Áñez y declararon que el régimen de facto ha llevado, finalmente, “la democracia y libertad” al pueblo boliviano.
Tal operación de propaganda no solo ha ocurrido en Twitter. También hubo coordinación de las etiquetas de ataque en perfiles de otras redes sociales, mientras algunos contenidos de diarios derechistas se viralizaron durante estos días con apoyo automatizado.
En la historia de Twitter, fundado el 21 de marzo de 2006, es la primera vez que se produce un despliegue de tal volumen de perfiles falsos creados en tan poco tiempo. Twitter tiene mecanismos para detectar estas cuentas que realizan actividades sospechosas. De hecho, hay múltiples herramientas de medición, como Audience -utilizada por Julián Macías-, que permiten advertir cómo es que escalan.
¿Por qué Twitter no ha reaccionado en este caso y sigue procesando el contenido creado automáticamente, como si fueran “tuits orgánicos”, al igual que cualquier mensaje de un político o de un periodista renombrado?
Cuando estos mecanismos se desatan, no son solo los usuarios falsos los que propagan las noticias falsas. A estas campañas se van sumando internautas comunes, que no solo no saben que los otros son falsos, sino que no pueden prever los efectos de esta intoxicación masiva en las redes.
La plataforma del pulgar azul se especializa en suspender cuentas de un particular signo político, como ocurrió con el bloqueo de miles de perfiles chavistas recientemente, con el cierre temporal de la Cancillería de Venezuela hace seis días y con más de 200 cuentas cubanas.
En Cuba, todavía el perfil @Cubadebate, el sitio más popular de la Isla en Twitter con más de 300 000 seguidores, no ha sido restituido desde que fuera bloqueado el 11 de septiembre pasado, dos horas antes de una importante alocución del presidente Miguel Díaz-Canel al pueblo de Cuba, para anunciar medidas económicas excepcionales. Tampoco han devuelto otros perfiles institucionales y personales reales, entre ellos el de quien escribe esta nota, @elizalderosa, creado en 2009 y con más de 15 000 seguidores.
Coda final
Un amigo me hace llegar esta cita, cuando estaba poniendo el punto final a la nota. Aparece en el libro Propangada Computacional (2018), de los investigadores de la Universidad de Oxford, Samuel C. Woolley and Philip N. Howard, y es inmejorable para explicar este fenómeno, que no es nuevo:
“Las plataformas de redes sociales no solo hacen circular ideas políticas, sino que apoyan campañas de desinformación manipuladoras. Si bien algunas de estas campañas de desinformación se llevan a cabo directamente por individuos, la mayoría se realizan mediante software, comúnmente conocido como bots, programado para realizar tareas simples, repetitivas y robóticas. Algunos bots de redes sociales recopilan y distribuyen información legítima, mientras que otros se comunican y hostigan a las personas, manipulan algoritmos de tendencias e inundan los sistemas con spam. Las campañas formadas por bots, cuentas falsas y trolls pueden ser coordinadas por una persona, o un pequeño grupo de personas, para dar la ilusión de un consenso a gran escala. Regímenes políticos usan bots políticos para silenciar a los opositores e imponer mensajes oficiales del Estado, manipular el voto durante las elecciones y difamar a críticos, defensores de derechos humanos, grupos de la sociedad civil y periodistas.”
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