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lunes, 12 de abril de 2021

Quienes quedarán en el PLD

Daniel Regalado R

Por Daniel Regalado R.

Especial/Noticias A Tiempo

La civilización, como la conocemos hoy, pasó por muchas etapas de desarrollo y cambios bruscos. Algunas veces impulsados por la naturaleza, otras por el azar y otras tantas por el ingenio humano.

No es díficil de aceptar y entender que desde que el primer Homo Sapiens poblara la tierra y comenzara a tener dominio del fuego, todo cambiaría para ellos y por supuesto, para el planeta.

Sin embargo, tal y como plantea Yuval Noah Harari en su libro Sapiens, el desarrollo cognitivo fue de vital ayuda para que el Sapiens sobreviviera, mientras que el hombre Neandertal desapareció de la faz de la tierra, para siempre.

El Neandertal era más alto y robusto que el Homo Sapiens y según estudios convivieron por cerca de Mil años una misma época.

Sin embargo, a pesar de sus ventajas físicas ha sido el Homo Sapiens la especie que se apoderó de la tierra hasta dominarla.

En la tribu había un jefe y ese jefe no era el más sabio, sino el más fuerte. Asi se manejó el poder por miles de años en el planeta.

Digamos que un día un miembro de la tribu comenzó a darse cuenta de que la lluvia realmente no caía por la “Danza de la Lluvia” y que el Dios Maiz no era tal. Obviamente para la cúpula que dirigía la tribu, era imposible permitir tales cuestionamientos y quien lo hiciera se vería desterrado para siempre. Y seguramente, así sucedió, pero ese ex miembro de la tribu, obligado a abandonarla por los grandes “Jefes”, al tener mente más abierta, comenzó a diseñar mejores armas, a entender las leyes de la naturaleza y a compartir sus conocimientos con los que con él se fueron.

Aprendieron que los truenos no eran castigos de los Dioses y poco a poco comenzaron a llegar otros miembros que al igual que él habían visto que no existía el “Dios” de la lluvia.

Es así como poco a poco surgió una nueva tribu dirigida por el más sabio miembro de la tribu anterior, acompañado de otros que al igual que él tenían mente abierta para adaptarse a “Lo Nuevo”.

Un día un espía de la primera tribu llegó a pedir ayuda, pues la tribu moría de hambre y de sed. La nueva tribu ya almacenaba agua y domesticaba animales, por lo cual, el tiempo y la energía que se utilizaba para cazar, era usado para innovar y nuevas formas creativas de sobrevivir y por esas mismas razones, ya no era necesario atacar a otras tribus como era la costumbre.

No obstante, aunque la tribu moría de hambre y de sed, el Jefe de la tribú no aceptaría la ayuda de aquel que fue desterrado y al mismo tiempo, acompañado de sus más cercanos, prohibieron a los demás aceptar agua y comida del desterrado.

Quienes acepten la ayuda del desterrado, será vivamente castigado por los Dioses.

Pasó mucho tiempo mientras ese discurso continuaba, pero la gente comenzó a escaparse pues todo ser vivo, tiene una orden fundamental impresa en su interior: Seguir viviendo.

Es así, como pasado el tiempo ya siendo una tribu llena de abundancia, gracias a la sabiduría acumulada de sus intengrantes y a la nuevas creencias, un día el desterrado decidió hacer una visita, llevando alimentos y una selección de los más recientes inventos de su tribu.

Al llegar, se encontraron con un lugar desolado, las chozas vacías y cuerpos sin vida. Solo una choza parecía tener personas adentro. Dentro de ella, se podía observar, al quien una vez fue el fuerte y musculoso gran jefe. Yacía sentado, encorbado, con mirada distante solo en huesos. Le acompañaban sus más cercanos colaboradores, muchos de ellos en igual condición.

Algunos se rindieron a los piés del desterrado, otros prefirieron morir, antes que aceptar sus obsequios.

Es así como han desaparecido de la faz de la tierra muchos JEFES que imponiendo sus erroneas creencias tienen éxito por un tiempo, pero siempre, no importa cual país o era de la historia usted señale, siempre han terminado igual, todos terminan desplazados por quien supere el marco de creencias que los condenó a desaparecer.

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