Santo Domingo, 5 ene (PL) La ingestión de estimulantes sexuales, favorecida por su venta descontrolada, se está convirtiendo hoy en una nueva adicción para muchos dominicanos, que adquieren esos fármacos en busca de proezas de dormitorio.
Una reciente encuesta entre alumnos de la Universidad Autónoma de esta capital reveló que más del 20 por ciento de los alumnos varones usan esos medicamentos, aunque con resultados contrarios a los buscados.Para sorpresa de muchos, la ingestión descontrolada de estimulantes durante un lapso prolongado les provocó cierto grado de impotencia.Y esa situación, para los latinos en general y los caribeños en particular, es peor que morirse, que ya es decir.Sin embargo, las advertencias parecen haber caído en saco roto, pues un sondeo demuestra que esos medicamentos son vendidos en bares, comercios mixtos de víveres y licores y, por supuesto, en prostíbulos.Las edades de las personas que los adquieren cubre el rango de 20 a 70 años, lo que demuestra que todo el mundo quiere asombrar, aunque en ocasiones esa aspiración puede tener un final trágico.Tal es el caso de un turista cuyas generales y nacionalidad se mantuvieron en reserva, fallecido en un hotel de la ciudad balneario de Puerto Plata meses atrás de un paro cardíaco fulminante.Su acompañante, que la Policía describió como una mestiza joven y agraciada declaró que el occiso "ingirió varias pastillitas azules" y le anunció "una noche maravillosa".Propietarios de comercios dijeron que los venden porque vendedores informales se los llevan con buena ganancia y tienen demanda, en especial los fines de semana, cuando todo el mundo quiere pasear y si es en grande, mejor aún.Hasta ahí, todo muy bien, pero la popularización, por decirlo de alguna forma, de la venta de alentadores eréctiles tiene preocupados a los dueños de farmacia, que la consideran una suerte de intrusismo profesional.Un ex presidente de la Asociación de Dueños de Farmacias, Antonio Grullón, dijo al periódico Listín Diario que el gobierno "debería adoptar medidas urgentes" al respecto.Los peligros que entraña el hábito fueron denunciados por el urólogo Fausto López, quien advirtió que la mezcla de estimulantes sexuales, bebidas alcohólicas y energizantes crea un nuevo tipo de adicción, como si fueran pocas las existentes.El comercio y tráfico de drogas, en especial anfetaminas, las más baratas y mortíferas, se ha generalizado en este país caribeño a pesar de los esfuerzos de las autoridades por, al menos, disminuirlos al mínimo.Hace una semana el ente antidroga detectó un contrabando de casi 800 mil pastillas de seudoefedrina, componente básico de la droga sintética éxtasis, que iba a ser embarcado hacia Centroamérica.La magnitud del alijo indica que Dominicana puede estar convirtiéndose en emisor de drogas, además de puente de alucinógenos hacia los insaciables mercados de Estados Unidos y Europa.Si bien es cierto que no pasa día sin que el cuerpo especializado arreste uno o más expendedores al detalle arreste un "mula", no es menos real que la actividad no cesa y los narcotraficantes son cada vez más osados.Ahora, las pastillitas de la alegría, como las llaman algunos, vienen a complicar las cosas porque, con todo y los avisos sobre los peligros de su uso descontrolado, sus adeptos se enfocan más en los resultados inmediatos que en los daños a largo plazo.
Una reciente encuesta entre alumnos de la Universidad Autónoma de esta capital reveló que más del 20 por ciento de los alumnos varones usan esos medicamentos, aunque con resultados contrarios a los buscados.Para sorpresa de muchos, la ingestión descontrolada de estimulantes durante un lapso prolongado les provocó cierto grado de impotencia.Y esa situación, para los latinos en general y los caribeños en particular, es peor que morirse, que ya es decir.Sin embargo, las advertencias parecen haber caído en saco roto, pues un sondeo demuestra que esos medicamentos son vendidos en bares, comercios mixtos de víveres y licores y, por supuesto, en prostíbulos.Las edades de las personas que los adquieren cubre el rango de 20 a 70 años, lo que demuestra que todo el mundo quiere asombrar, aunque en ocasiones esa aspiración puede tener un final trágico.Tal es el caso de un turista cuyas generales y nacionalidad se mantuvieron en reserva, fallecido en un hotel de la ciudad balneario de Puerto Plata meses atrás de un paro cardíaco fulminante.Su acompañante, que la Policía describió como una mestiza joven y agraciada declaró que el occiso "ingirió varias pastillitas azules" y le anunció "una noche maravillosa".Propietarios de comercios dijeron que los venden porque vendedores informales se los llevan con buena ganancia y tienen demanda, en especial los fines de semana, cuando todo el mundo quiere pasear y si es en grande, mejor aún.Hasta ahí, todo muy bien, pero la popularización, por decirlo de alguna forma, de la venta de alentadores eréctiles tiene preocupados a los dueños de farmacia, que la consideran una suerte de intrusismo profesional.Un ex presidente de la Asociación de Dueños de Farmacias, Antonio Grullón, dijo al periódico Listín Diario que el gobierno "debería adoptar medidas urgentes" al respecto.Los peligros que entraña el hábito fueron denunciados por el urólogo Fausto López, quien advirtió que la mezcla de estimulantes sexuales, bebidas alcohólicas y energizantes crea un nuevo tipo de adicción, como si fueran pocas las existentes.El comercio y tráfico de drogas, en especial anfetaminas, las más baratas y mortíferas, se ha generalizado en este país caribeño a pesar de los esfuerzos de las autoridades por, al menos, disminuirlos al mínimo.Hace una semana el ente antidroga detectó un contrabando de casi 800 mil pastillas de seudoefedrina, componente básico de la droga sintética éxtasis, que iba a ser embarcado hacia Centroamérica.La magnitud del alijo indica que Dominicana puede estar convirtiéndose en emisor de drogas, además de puente de alucinógenos hacia los insaciables mercados de Estados Unidos y Europa.Si bien es cierto que no pasa día sin que el cuerpo especializado arreste uno o más expendedores al detalle arreste un "mula", no es menos real que la actividad no cesa y los narcotraficantes son cada vez más osados.Ahora, las pastillitas de la alegría, como las llaman algunos, vienen a complicar las cosas porque, con todo y los avisos sobre los peligros de su uso descontrolado, sus adeptos se enfocan más en los resultados inmediatos que en los daños a largo plazo.
FUENTE, ALMOMENTO.NET
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