Santiago (República Dominicana) -La miel del poder es dulcísima. Una vez encaramado nadie quiere bajarse del palo. Hay poca gente como la Bachelet, de Chile, que al cumplir su mandato, entregó sin patalear al Presidente de la banda contraria que ganó las elecciones.
Los carguitos seducen más que un papi en ‘bóxer’. Todos los “mandito” con carguitos, hacen lo indecible por aferrarse a la posición desde donde ejercen y abusan del poder.
Está requetevisto: furgones de electrodomésticos transportados desde la Lotería Nacional (guarida de numeritos, suerte para algunos y dádivas moradas), hasta almacenes y comandos de campaña de senadores peledeístas.
Y esta es solo una estrategia (a costa de nuestros bolsillos) para retener posiciones, pues ¿qué decir de las alianzas de decenas de movimienticos y grupitos endosados del erario? Una fiebre que no es nueva es la maquinaria de picazos e inauguraciones de “primeras etapas” de obras inoperantes.
En Santiago, por ejemplo, hay una fiebre de estrenar “primeras etapas” de obras que tardarán años para levantarse y utilizarse. Hay un ímpetu de hacer sin reparar calidad, tiempo y pertinencia de las cosas, de las edificaciones.
Es una prueba del ‘allante y movimiento” para garantizar adeptos, votos.
La ciudad es un tapiz de bizcochitos de cemento, parques tipo fortaleza, en fin. Y lo grave no es que esos entuertos sean patrocinados por funcionarios de hoy.
Lo desgarrante es que la práctica se repite como vicios generacionales, entre los de hoy, los que vienen, los aspirantes. Si esos recurrente “mano a mano”, si esa fuerza constructora, si el afán de colgar letreros y vallas que tanto cuestan y contaminan, y pagar maratónicos espacios en radio y TV estuvieran al servicio de la educación, la salud, campañas de sexualidad, no violencia, el amor y los valores, otra Patria cantaría en esta trinchera de ‘disco lights’ rayados y perversos que tanto suenan y mancillan la existencia durante la campaña electoral.
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