Pedro Dominguez Brito
Especial/Noticias A Tiempo.Net
E-mail: josemlct11@hotmail.com
El tema se propaga como una moda casi universal. Los que anhelan cambios en las legislaciones avanzan, a veces de forma rápida. En Europa inició la construcción del camino. En nuestra América, el Uruguay de Mujica tomó la delantera, al igual que varios estados del Gran Coloso de Norte. Me refiero a la despenalización de la marihuana.
Recientemente también el Caricom (Caribbean Community) empezó a acariciar el asunto, donde sus investigadores establecieron que “despenalizar la marihuana y explorar su uso para propósitos medicinales podía ayudar a impulsar la letárgica economía de la región”. Sin dudas, lo ven desde el punto de vista económico, cuando los temas morales y jurídicos son los más trascendentes, al que se agrega el fracaso para controlar la venta y el consumo de drogas, con todas sus consecuencias.
¿Mi opinión resumida? Aunque no estoy de acuerdo, creo que sólo una nación educada, con oportunidades de desarrollo para todos, y con un alto grado de institucionalidad, puede darse el lujo de despenalizar la marihuana.
Ahora viene la pregunta del millón: ¿está la República Dominicana preparada para despenalizar la marihuana? Sólo me referiré a ciertos aspectos culturales que nos caracterizan, e intentaré ofrecer una respuesta más allá de mis convicciones.
Somos isla y nos comportamos como tal. No es mi intención concluir si es positivo o negativo. Aunque tenemos excelentes medios de comunicación y estamos conectados con el mundo, las ideas conflictivas que se respiran en otros lares, aunque nos llegan de inmediato, somos muy cuidadosos o algo reservados para asimilarlas, incluso para discutirlas en un ambiente de franqueza.
Como pueblo, no somos dados a tomar decisiones que modifiquen sustancialmente nuestra forma de vida. Y no importa que las mismas nos beneficien, que estimo no es el caso que nos ocupa.
Somos muy conservadores. Esto abarca gobernantes y gobernados, empleadores y trabajadores, pastores y ovejas, escritores y lectores, músicos y bailadores... Es nuestra realidad. Nuestra historia política, económica y social lo confirma. Los que prometen revoluciones terminan en el olvido o en la desgracia. Los liberales siempre llevan las de perder. El status quo es invencible.
En consecuencia, es imposible que por ahora o en los próximos años nuestras fuerzas vivas (el verdadero poder) ni siquiera se atrevan a promover una iniciativa legislativa para despenalizar la marihuana; al contrario, traspasarán la indiferencia y se opondrían a la misma de forma radical. De igual modo, considero irreal e impensable que algún partido político del sistema se atreva a apoyar un proyecto de ley al respecto.
Por ello, al menos en nuestro continente, de seguro nuestro país será de los últimos en despenalizar la marihuana, si es que algún día sucede.
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