Fuente, http://www.graciasoberana.cl/
Todos hemos sufrido alguna vez un imprevisto que nos ha impedido llegar a tiempo a un compromiso. Salimos a la hora que debíamos salir, es decir, con la debida anticipación, y en circunstancias regulares habríamos llegado sin problemas a la hora señalada, pero por una circunstancia extraordinaria nuestro trayecto se prolongó más de lo esperado.
Sin embargo, hay personas que nunca pueden llegar a la hora establecida. Siempre se retrasan 5, 10 ó 15 minutos, y en algunos casos incluso 30 minutos ó 1 hora. Quizá les resulte ser puntuales una que otra vez, pero luego vuelven a lo habitual: llegar tarde. Son estos casos los que abordaremos en esta entrada, personas que han adoptado laimpuntualidad como estilo de vida.
Tal rótulo pudiera parecer exagerado. Sin embargo, la impuntualidad es sólo uno de los síntomas de un problema de mayor profundidad, y que suele relacionarse con otros pecados. Usualmente forma parte de una enmarañada red de malos hábitos, y curiosamente es característico de ciertas culturas -como la latina-, mientras que en otras latitudes no parece ser un rasgo idiosincrático.
¿Qué se esconde, entonces, tras la impuntualidad?
Escaso valor de la palabra empeñada: el impuntual dice que estará a una hora en un lugar determinado, pero no cumple su palabra. Usualmente es una persona que acostumbra a decir que hará cosas que luego no hace. Por tanto, su palabra carece de valor. Esto contrasta con lo dicho por Jesús: «Cuando ustedes digan “sí”, que sea realmente sí; y cuando digan “no”, que sea no. Cualquier cosa de más, proviene del maligno» (Mt. 5:37, NVI).¿De dónde viene, entonces, la impuntualidad habitual? El texto es claro, proviene sin lugar a dudas del mal. Debemos ver nuestros actos como Dios los ve, y no simplemente como se nos ocurre verlos.La impuntualidad revela falta de veracidad y de lealtad en nosotros. El impuntual honra su palabra solo cuando le interesa o cuando le conviene. No es, entonces, una persona digna de fiar, lo que dista mucho del carácter de Cristo que como cristianos debemos reflejar.
Mentira: Se relaciona con el punto anterior. Ser impuntual implica mentir, pues digo: “estaré allí a las 17:00 h“, cuando en realidad sé que estaré a las 17:10 h, o incluso más tarde. Además, la impuntualidad suele relacionarse con las mal llamadas mentiras piadosas, en las que exageramos la realidad para exculparnos. El impuntual suele dar excusas tales como “justo se demoró en pasar el bus“, o “yo salí bien, pero el tren presentó un retraso“, o “me encontré con un atochamiento“. Cuando es contactado por teléfono para saber dónde viene (pues ya está retrasado), generalmente dirá que viene dos o tres estaciones de metro más adelante, para que así quien lo está esperando se enfade menos.Sin embargo, la Escritura dice: «Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo» (Ef. 4:25).
Permisividad: Una persona impuntual suele permitirse fallar, abundando en excusas para su conducta. Él nunca tiene la culpa, siempre son otros o las circunstancias. Usualmente se permite pecados que a sus ojos son pequeños, pero que para Dios son transgresiones de su ley.Se acostumbró a llegar tarde, a faltar el respeto a los demás. Rara vez pide perdón por su retraso, generalmente cuando ya ha sido demasiado grosero. Para él faltar a su palabra o deslizar una mentira pequeña ante sus ojos ya no son la gran cosa.Generalmente es una persona que cree que los demás son demasiado “graves”, o demasiado rigurosos. Sin embargo, la Palabra dice: «Los necios hacen mofa de sus propias faltas, pero los íntegros cuentan con el favor de Dios» (Pr. 14:9).
Desorden: El impuntual es incapaz de ordenar su día, su semana, su mes; en fin, es una persona que no planifica, que tiene una vida desordenada. El desorden a la hora de planificar su horario generalmente (por no decir siempre) va acompañado por más desorden en las restantes áreas de su vida.En contraste, las Escrituras nos revelan constantemente que el Señor hace todo con orden. Él hace cada cosa a su tiempo, como cuando envió a su Hijo al mundo (Gá. 4:4). Él dice: «… al que ordenare su camino, Le mostraré la salvación de Dios» (Sal. 50:23).
Egoísmo y falta de respeto hacia los demás: El impuntual se interesa solo por sus asuntos, y no tiene cuidado de los intereses de los demás. No tiene consciencia de que al retrasarse, afecta las actividades de otras personas, puesto que está demasiado centrado en sí mismo como para percatarse de esto. No piensa que los demás tienen otras cosas que hacer y que para ello tienen un horario, y no le importa demasiado que otros deban esperarlo.El impuntual se acostumbró a faltar el respeto a los demás, y a imponer sus propios intereses por sobre los del resto. Pero la Escritura dice: «… con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros» (Fil. 2:3-4).
Rebeldía: En algunos casos, el impuntual llega tarde porque resiste someterse a imposiciones o a la autoridad. Él no se rige por tiempos establecidos, ya que tiene su propio horario y su propia forma de vivir el día. Él llegará a la hora que pueda o que quiera, luego de hacer lo que ha querido o le interesado hacer.Pero particularmente en el contexto de la iglesia, esto es contrario a lo que la Escritura ordena: «Someteos unos a otros en el temor de Dios» (Ef. 5:21).
La impuntualidad se ha convertido en un pecado socialmente aceptable en nuestro contexto, y por el mismo hecho nos resulta invisible. Sin embargo, eso no significa que debamos dejar de luchar para erradicar esta conducta de nuestras vidas, sino todo lo contrario: dado que nos resulta tan cotidiana y hasta “normal”, debemos poner especial atención en ella para combatirla, entendiendo que deshonra a Dios y hace mal al prójimo.
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