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sábado, 6 de agosto de 2016

El origen de la frase “no lo salva ni el médico chino”

l doctor Emilio Roig de Leuchsenring, 
dijo que su verdadero nombre 
derivó en Cham Bom Bian, a causa 
del habla popular.
(Foto www.cubatesoro.com)
Fuente, http://www.cubanos.guru/

Dicen los que saben que el origen de esta frase se debe a un personaje real, que llegó a la Mayor de las Antillas como parte de los tantos migrantes del país asiático.

Se llamaba Chang Pon Piang, (otras fuentes dicen que Cham Bom) pero quiso reajustar su nombre a Juan Chambombián para cubanizarse un poco. Corría el año 1854 y este galeno se afincó en Cárdenas, Matanzas, luego de residir en la capital.

El chino Juan era amable con sus pacientes, además de sus probados conocimientos en la disciplina. En ocasiones daba consultas gratis y eso hizo que muchos colegas sintieran cierta molestia hacia él, como sucedía con yerberos y curanderos que hacían cierta competencia a los profesionales.

Pero el chino comenzó a ganar notoriedad y su universo de pacientes se extendió a otras ciudades y pueblitos. Sus tratamientos incluían pomadas y medicamentos que usaban plantas medicinales, lo que se conoce hoy día como medicina tradicional o medicina “verde”.

Incluso hay indicios de que el chino introdujo técnicas de acupuntura y masaje, elementos que ayudaban a curar la más complicada de las enfermedades y dolencias.

Poco a poco la creencia popular le concede a Chambombián dotes milagrosas y curativas, de ahí que surge la frase que encabeza este artículo.

Juan se ganó un lugar en el imaginario popular cubano y en varias generaciones de nacidos en la Isla. Hoy día, cuando alguien está grave o metido en complicaciones de diversa índole es común expresar “¡a ese no lo salva ni el médico chino!”.

Ya esta expresión se incluye en el refranero popular cubano y es empleada por hombres y mujeres de todas las edades.

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