Grisbel Medina R.
sonriete_gris@hotmail.com
Fuente, Listin Diario
A la doctora -cuyo nombre reservaré- le gusta la estética. Lo refleja su vestimenta y las características del círculo donde se mueve. En su especialidad es referente de calidad y su larga lista de pacientes es una prueba de su buen aval profesional.
En su consultorio descubrí una mujer que a la vez es madre de un hijo con pensamiento poco común. En vez de incentivarla al gasto en una casa con máquina de hidro masaje y piscina, le “aprueba” como si el desembolso lo fuera a hacer él, una vivienda modesta y bonita que ambos disfruten, sin alardes hacia afuera. Muy acorde con lo que a la vez sueña la especialista: un lugar cómodo y bonito para disfrutar ese calorcito que solo aporta el hogar.
En la conversación también citamos la tendencia actual de adquirir una casa inmensa con jardines sacados de revistas. Le comenté que ciertas casas rompe ojos son verdaderas cargas para sus dueños por el gasto mensual que implica mantenerlas impecables. Esas residencias convierten en servidumbre a sus propietarios, pues buena parte de lo producido lo consumen las paredes, el mobiliario, las lámparas y el jardín. Y por la prisa de producir, pocas veces salen al patio a contemplar los tesoros que tienen a un par de pasos. Un asunto poco lógico desde mi punto de vista.
No es cuento que buena parte de los profesionales de la medicina de hoy se dan unos lujos extravagantes y una porción de ellos compite por la grandiosidad de sus carrocerías. Atrás quedó la prudencia y el respeto a la bata blanca que ya usted se la encuentra entre anaqueles de supermercado, incluso, con algunos médicos luciendo el estetoscopio entre lácteos y la vinería. De ñapa, los dueños de agencias de vehículos se pelean por la clase médica, ya clientes preferenciales por los volúmenes económicos que manejan.
Da gusto conocer una doctora que no vive mal, que trabaja y produce pero mantiene los pies pegaditos a la tierra. Los mejores votos para que ella disfrute la casa soñada, con bienestares merecidos y el cerebro aterrizado sobre lo verdaderamente importante en la vida.
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