Colaboradores cubanos. Foto: Abel Padrón Padilla/Cubadebate. |
CUBA. INFOMED.-Miles de kilómetros, un inmenso mar, culturas diferentes separan a Cuba y Argelia. Una en el Caribe, otra en el norte del continente africano. Pero ambos países tienen en común un lazo que sobrepasó fronteras y desigualdades para unir a ambas naciones en la historia: la solidaridad.
En este territorio, el más extenso de África, brilló por primera vez la luz de la Colaboración Médica Internacionalista Cubana. Este fue el destino de los 56 médicos, enfermeras, estomatólogos y técnicos de la salud que aquel mayo de 1963 comenzaron a escribir una historia de altruismo que 57 años después se sigue enriqueciendo en decenas de países del mundo.
Tras un encuentro con el entonces primer ministro argelino, Ahmed Ben Bella, durante una breve visita a la Isla en 1962, Fidel tuvo la idea de enviar una brigada médica para ayudar a esa nación, recientemente independizada de Francia y con un éxodo de médicos que la dejó con apenas 600 para atender a casi 11 millones de personas.
Estaba seguro el líder de la Revolución cubana que no faltarían voluntarios y que por sobre todas las cosas estaríamos ayudando a nuestros hermanos, “porque la Revolución, -dijo en el discurso de inauguración del Instituto de Ciencias Básicas y Preclínicas Victoria de Girón- tiene el derecho de recoger los frutos que ha sembrado”.
Fidel tuvo razón. No faltaron entonces los voluntarios para ayudar a otros y tampoco durante estas casi seis décadas de servicio médico en numerosas latitudes. De esta tierra han salido más de 420 000 profesionales de la salud para brindar su apoyo en 169 países.
Miles de vidas salvadas, millones de pacientes atendidos, el reconocimiento de los pueblos, sembrar y recoger amor a través de la medicina, es la mayor gratitud y también frutos de la vocación solidaria que nos caracteriza como pueblo y nación.
Cuba, pequeña y pobre, ha sido, es y será grande en su empeño de ser útil a la humanidad. Ya desde el inicio mismo del proceso revolucionario, en octubre de 1868, Carlos Manuel de Céspedes, el padre de la Patria, vislumbraba “una nación grande y civilizada, para tender un brazo amigo y un corazón fraternal a todos los demás pueblos”.
Sobre estas raíces, fortalecidas en nuestra estirpe de cubanos, más de 2 579 colaboradores de la salud, organizados en 28 brigadas médicas del Contingente Henry Reeve, contribuyen hoy en 24 países en la batalla contra la pandemia por la COVID-19. A ellos se suman los más de 28 000 profesionales del sector que ya laboraban en 59 naciones, incluida Argelia.
El Presidente Miguel Díaz-Canel afirmó recientemente en la Cumbre Virtual “Unidos contra la COVID-19” que “Cuba no abandonará su vocación solidaria, aunque el gobierno de los Estados Unidos por razones políticas, continúe atacando y obstaculice la cooperación internacional que nuestro país brinda, poniendo en riesgo el acceso de decenas de millones de personas a los servicios de salud”.
Como tantas veces tras terremotos, huracanes, inundaciones, en las zonas más frías, en medio del desierto, en la selva, los galenos y trabajadores cubanos de la salud siguen siendo quijotes frente a la adversidad para llevar salud y vida a quienes lo necesiten.
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