Ciudadanos expresan impotencia al no poder dormir por fiestas callejeras
Las fiestas clandestinas, callejeras o “teteos” que se popularizaron durante la fase más severa de la pandemia del COVID-19 el pasado año, siguen efectuándose sin las más mínimas medidas de distanciamiento ni protocolar y en franco desafío a las autoridades irrespetando horarios, causando violencia, intranquilidad y desasosiego en familias del Gran Santo Domingo y otras zonas.
Aunque en el Distrito Nacional fue levantado el toque de queda desde el 9 de agosto y muchas discotecas abrieron sus puertas, en los barrios la gente sigue tomando y bailando en los llamados “colmadones” sin respetar el decreto 477-21, que entre otras cosas establece limita la venta de bebida alcohólica y ordena el uso de mascarilla en los lugares públicos.
En muchos de los sectores populares del Gran Santo Domingo la vida nocturna se ha mantenido pese a la pandemia, solo los centros de diversión tenían sus puertas cerradas por disposición del Gobierno, pero de alguna manera la gente se la ingenia para “gozar la vida”, con fiesta en los parqueos, calles, en las viviendas.
Las denuncias son contantes, lectores de Diario Libre han reportado situaciones de intranquilidad para conciliar el sueño por los altos ruidos que producen las bocinas, sea en viviendas o las que utilizan los vehículos en las vías públicas. Se llenan de impotencia por la desconsideración de vecinos o extraños la indiferencia de las autoridades, que en ocasiones hacen caso omiso a los reclamos de las familias.
Dormir es una condición indispensable para que el cuerpo y el cerebro recuperen energía y se liberen del estrés y la falta del mismo causa en el organismo cansancio, desconcentración, irritación afecta la relación interpersonal y es una de la causa de accidentes de tránsito.
Las leyes 64-00 de Medio Ambiente; la 287-04 sobre Prevención, Supresión y Limitación de Ruidos Nocivos y Molestos que Producen Contaminación Sonora, modificada por la 90-19 y la Ley 42-01 de Salud Pública contemplan el derecho a dormir tranquilo, sin embargo su violación es constante por amplios segmentos de la sociedad.
Una visión sociológica del problema
El sociólogo Celedonio Jiménez considera que el fenómeno del “teteo”, no es exclusivo de la sociedad dominicana, igual se produce en países capitalistas desarrollados, pero en naciones donde domina una gran exclusión y marginación de una buena parte de la juventud.
“Esa juventud es hostil, adversa, al sistema, no le da crédito, no lo aprueba. Le atribuye la gran parte de sus males y frustraciones. De ahí que, equivocadamente, no respete normas, y se haya decidido por romper todas las amarras que la limitan. Han dado riendas sueltas a sus deseos, necesidades y sentimientos, sobre todo, luego de un largo período de limitaciones de horarios y de cierres. Esos actos de “teteos” son peligrosos porque en ellos se consume alcohol, estupefacientes y se irrespeta el distanciamiento. Constituye una respuesta desaforada a una sociedad y unas instituciones a las que no se le concede calidad ni respeto”.
Indica que ese comportamiento tiene efectos desequilibrantes y graves en la sociedad, no sólo por los componentes de violencia e irrespeto a las normas, sino porque irrumpen contra la paz en los barrios en que se producen. La intranquilidad reina hasta altas horas de la noche impidiendo el sueño a adultos que tienen que trabajar al día siguiente y a niños que deben ir a la escuela temprano en la mañana.
“Dormir adecuadamente es un factor concurrente esencial para garantizar la salud mental. Creo que hoy se da un incremento de las muertes por ataque cardíacos, y ello no lo desvinculo del clima de incertidumbres que vivimos, así como la desestabilización social que origina el “teteo”.
Jiménez ve debilidad en instituciones, que como la Policía y Salud Pública están llamadas a jugar un rol más protagónico en defensa al derecho de la ciudadanía a vivir con tranquilidad.
“Numerosas instituciones del país no han jugado el papel que se espera de ellas dentro de la situación existente. En el caso de la Policía Nacional, esta no tiene la calidad ni la autoridad para trazar e imponer normas a muchos de nuestros jóvenes. Su cobro de “peajes”, en muchos de nuestros barrios, su participación en el microtráfico de droga, le quita credibilidad y autoridad. Por eso su papel en cuanto a impedir los “teteos”, que obviamente van contra las normas actuales, ha dejado tanto que desear”, afirma Jiménez.
La persecución del delito ambiental
Yissel Acevedo, directora Técnica de la Procuraduría Especializada para la Defensa del Medio Ambiente y los Recursos Naturales, confirma que la contaminación sónica es uno de los grandes males que se tiene en la actualidad como delito ambiental, es la denuncia más recurrente que recibe la Procuraduría.
Informa que junto a la Policía, a través de su departamento de anti ruidos, desarrollan un trabajo de persecución de delitos ambientales que se sustenta en dos aspectos: responder en acción inmediata a la denuncia, sobre todo las que se hacen por medio del sistema 911 y segundo los operativos que periódicamente se hacen en conjunto en los que se comprueban las violaciones con las mediciones de los niveles de ruido, la ocupación de espacios públicos y otras violaciones que sustentan el sometimiento a la justicia de los infractores.
“Hacemos operativos anti ruidos con la policía y le damos seguimiento a las denuncias que formalmente se hacen aquí en la Procuraduría. Intervenimos a partir de la denuncia, pero ese es un proceso más lento pero igual de efectivo, hacemos una inspección luego de las denuncia con técnicos especializados que miden los decibeles si están por encima de las norma ambientales y procedemos a la citación del infractor en caso de ser identifica una violación a la normas”, precisa.
En el año 2020 fueron aperturados 3,782 casos por contaminación sónica en el Gran Santo Domingo, hubo 1,885 salidas alternativas de conflictos aplicadas a nuevos infractores , entre ellas conciliaciones, pago de remediaciones ambientales o sanciones económicas, así como la realización de trabajos sociales.
Ese mismo año se realizaron 185 operativos anti ruidos en la demarcación fueron incautados 20, 604 equipos de sonidos. De enero a julio de este 2021 los casos de contaminación sónica aperturados fueron 3,976, de acuerdo con la Procuraduría Especializada para la Defensa del Medio Ambiente. Hubo 1,933 casos de salidas alternativas con infractores y los operativos sumaron 115. En la actualidad se realizan cuatro operativos por mes junto con la Policía.
Los equipos incautados de enero a julio de este año sumaron 18, 523 y el cierre temporal de negocios fueron solo dos, de acuerdo con estadísticas de la entidad.
Informa que los niveles de contaminación sónica se clasifican en horario nocturno por zonas: 1-zona de tranquilidad, los decibeles no deben pasar de 50; 2 zona residencial e industrial 55 decibeles y 3, en el caso industrial de 55 decibeles, en horas diurnas los niveles de decibeles permitidos rondan entre los 55 y los 70 en algunas zonas.
Por violación a esas normas hay varias personas e instituciones sometidas, algunos casos con condenas de cierre de locales y la incautación de los equipos, parte del cuerpo del delito. Cuando la persona es reincidente no se acepta la conciliación, sino que el caso se judicializa tanto el establecimiento, la casa o la persona.
“Para identificar las zonas de ruidos persistentes lo hacemos a través de las llamadas que hacen los ciudadanos al 911, con mapas de calor que ellos nos facilitan que identifican las zonas de donde han recibido más denuncias, entonces esa zona a partir de ahí es intervenida a través de operativos”, informa la magistrada.
En todo el proceso la comunidad, las juntas de vecinos juegan un rol muy importante que contribuyen con mejorar la situación mediante la fase de prevención con charlas y otras actividades de concienciación y educación de la ciudadanía.
Un mal que se mantiene
En un recorrido realizado por Diario Libre en barrios del Gran Santo Domingo, ciudadanos expresaron que los “teteos” se mantienen como en los mejores tiempos de la pandemia y la policía no hace nada para evitarlo.
En La Ciénaga, un señor que se identificó con Chichí dijo que “la bebedera” sigue casi igual que cuando había toque de queda: “eso ha cambiado poco, ellos siguen bebiendo, sobre todo los sábados y domingo y amanecen en la calle, ya tu sabes, uno no puede ni pegar los ojos”.
A Carlos Medina lo que más le molesta es que los violadores de las normas suben el volumen de sus bocinas a todo lo que da, se pasan la noche bebiendo y en algunos casos bailando y duermen durante todo el día.
“Entonces uno que tiene que trabajar obligado, se duerme en el trabajo porque no se pudo descansar en la noche y ellos si lo hacen de día, porque son vagos, esos tipos y tipas que hacen eso no tienen trabajo y ¿de dónde sacan cuartos para beber toda la noche?, se preguntó.
Pero la situación no se da igual en todos los lugares, por ejemplo, en el barrio Villa Consuelo, específicamente en la calle Máximo Grullón, después de la media noche no se encuentra un colmado abierto, expresa Félix Martínez, resiente en esa vía.
“Después de las doce de la noche esto es un cementerio, no se oye nada, después de la pandemia, y subieron la cerveza, durante la pandemia aquí había teteos de maldad, donde quiera había un teteo vendiendo cerveza”, dijo.
Los ruidos generados por ciudadanos en las calles y establecimientos comerciales siguen siendo un factor de conflicto en el Gran Santo Domingo y otras demarcaciones, generando violencia y mayor contaminación del coronavirus por las escasa o ninguna medida de prevenciones la enfermedad.
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